Desmontando tópicos camino de las urnas

Agencias-SPC
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La política y su manifestación más notoria, los comicios, son caldo de cultivo de estereotipos. Unos son ciertos, otrosuna verdad a medias, y un buen número de ellos resultan falsos, aunque se repitan como un mantra cada cuatro años

Desmontando tópicos camino de las urnas - Foto: EFE/ Salvador Sas

En pleno ecuador de la campaña electoral, los líderes de los principales partidos y sus asesores redoblan esfuerzos para rascar votos tanto en graneros propios como ajenos. Cierto es que se trata de unos comicios municipales y regionales, pero a nadie se le escapa que Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo ven la cita del próximo 28 de mayo como una primera vuelta de las generales de finales de año. A esto hay que añadir que se van a librar batallas muy importantes como la de la Comunidad de Madrid (Isabel Díaz Ayuso contra Mónica García) o la Alcaldía de Barcelona (Ada Colau contra Xavier Trias). Y todos son conscientes de que los tópicos pueden jugarles malas pasadas. 

Porque a ninguno se le escapa que lo que tradicionalmente parecía que era de un color político puede teñirse de otro. Sirva como ejemplo la ciudad de Valladolid, a la históricamente se asociaba con la derecha hasta que llegó el socialista Óscar Puente a la Alcaldía. Lo contrario sucede en la Margen Izquierda de la ría del Nervión, en Vizcaya, donde el PSOE ganaba una y otra vez en los años 80 y 90, cuando la industria pesada primaba allí. Con su cierre, el PNV pasó a adueñarse de casi toda la zona. También eran de Ferraz Extremadura, Castilla-La Mancha o Andalucía, donde el PP obró el milagró con Juanma Moreno. 

Otro de los tópicos más arraigados es que juventud e izquierda van de la mano. De hecho, el PSOE está haciendo de los nuevos votantes su objeto de deseo con promesas electorales como viviendas sociales a interrailes a bajo coste. Pero no las tiene todas consigo, ya que estudios sociológicos recientes revelan que los jóvenes se están arrimando más a la derecha. Y es que en política, como en la vida, no siempre dos más dos son cuatro y no hay que dar nada por sentado. 

La abstención perjudica a los socialistas

Uno de esos tópicos que no se cumplen en las citas con las urnas, o que se materializan solo algunas veces, es que una alta abstención desmoviliza a la izquierda y favorece la conformación de mayorías de derechas.

Sí es cierto que las grandes victorias del PSOE, como la cosechada por Felipe González en 1982, o la de José Luis Rodríguez Zapatero en 2004, se produjeron en elecciones con una alta participación.

En 1982, la afluencia a los colegios fue del 79,97 por ciento de los votantes, la más alta alcanzada en democracia, mientras que en 2004, en aquellos comicios marcados por los atentados del 11-M, fue del 75,66 por ciento.

Sin embargo, las elecciones con la segunda mayor participación de la Historia, con el 77,38 por ciento, fueron la primera victoria de José María Aznar, en 1996.

En tiempos más recientes, Mariano Rajoy ganó las elecciones de 2011 con un 68,94 por ciento y repitió victoria en 2015 con el 69,67, en tanto que en 2016, cayó con el 66,48 por ciento.

En los primeros comicios con Pedro Sánchez a la cabeza, de abril de 2019, la participación volvió a subir hasta el 71,76, pero en la repetición electoral, en la que el candidato progresista volvió a ganar, se hundió hasta el 66,23 por ciento, el más bajo de toda la serie histórica.

Desmontando algo el tópico, es en los momentos de cambio político cuando la participación se llega a disparar, con independencia de si es hacia la izquierda o hacia la derecha.

El 'cinturón rojo' se pasa al azul

Siempre se ha hablado del cinturón rojo de la Comunidad de Madrid, una serie de localidades en las que la izquierda tenía sus bastiones. Inexpugnables para los políticos populares. 

En las últimas elecciones autonómicas, Isabel Díaz Ayuso ganó en todos los municipios de la región salvo en dos, El Atazar, en el norte, y Fuentidueña de Tajo, al sur, en los que venció el PSOE, que, curiosamente, cosechó los peores resultados de su historia. Ninguno está en esa zona, donde sistemáticamente el PP fue la principal formación política.

La dirigente conservadora fue también la más votada en los 21 distritos de la capital de España, incluidos barrios obreros feudos teóricos de Ferraz como Villaverde o Puente de Vallecas.

Sin embargo, ese dominio absoluto del azul en el mapa electoral es solo un espejismo, porque si se suman todas las formaciones de izquierda en estas zonas siguen estando por delante de la derecha.

Por ejemplo, en Puente de Vallecas, la suma de Más Madrid, PSOE y Podemos-IU alcanzó el 61 por ciento de los votos, frente al 36,66 del PP, Vox y Ciudadanos.

De todos modos, nunca está de más tirar de hemeroteca y ver que el mérito debe llevárselo el expresidente popular y exministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón, que fue capaz de romper en 1995 el techo de cristal de la izquierda en territorio comanche. 

No obstante, hay otro cinturón rojo. El de Cataluña. Y ahí sí que no hay tópicos, porque es una realidad palmaria.

El predominio del PSC en el área metropolitana se traduce en el control de Alcaldías de peso como Hospitalet de Llobregat, Santa Coloma de Gramenet, Cornellà, Sant Boi, Gavà, Viladecans o Sant Adrià del Besòs, mientras que los comunes mantienen El Prat y la propia Barcelona, con Ada Colau.

Del mismo modo, la Cataluña interior sigue siendo un bastión independentista: ERC y JxCat se reparten la mayoría de Consistorios, con excepciones puntuales como la aldea gala de Pontons, gobernada por el PP.

La margen izquierda se hace de derechas

El feudo socialista de la Margen Izquierda de la ría del Nervión, en Vizcaya, se ha reducido únicamente a Portugalete, donde ha tenido siempre la Alcaldía, aunque perdió las elecciones en 2011, mientras que el resto de municipios obreros, otro mito caído desde el cierre de la industria pesada en los años 80 y 90, son ahora coto del PNV.

Los nacionalistas gobiernan Barakaldo desde 2015, Sestao desde 2011, Santurce desde 2007, Abanto desde 2003 y Trapagaran desde 2015, en la mayoría de los casos con una amplia diferencia, incluso llegando a triplicar en sufragios a los progresistas.

En realidad, el único bastión real que le queda al PSE-EE en Vizcaya es Ermua, donde ha ganado con una gran ventaja sobre sus rivales todas las elecciones desde hace 44 años.

Esa caída de peso de la Margen Izquierda se nota incluso en el poder interno en el bloque socialista, donde estas agrupaciones han dejado de ser la familia más importante del partido en Euskadi, llegando a ser desplazadas por Guipúzcoa, Bilbao y Vitoria.

En 'Fachadolid' gana el PSOE

Si hay un apelativo despectivo que ha acompañado a la ciudad de Valladolid ha sido el de Fachadolid. Un juego de palabras encaminado a etiquetar a la ciudad del río Pisuerga como una urbe de derechas.

Un estereotipo que las urnas se han encargado de desmentir, pues son 27 los años de democracia que ha estado gobernada por alcaldes socialistas.

Y es que al PP, que tiene a Castilla y León como uno de sus bastiones históricos, se le atragantan desde hace algunos años las capitales de esta comunidad.

De las nueve que hay, una sola Alcaldía, la de Salamanca, es de los populares. El PSOE ostenta las de Valladolid, Soria, Segovia y Burgos; IU ocupa Zamora; Ciudadanos, gracias a un acuerdo con los conservadores, gobierna en Palencia, y un partido de ámbito local, Por Ávila, lo hace en la capital abulense.

Cierto es que desde la óptica meramente regional, los socialistas no gobiernan en la Comunidad desde hace 36 años, cuando José Constantino Nalda llevaba el timón. Este sustituyó a su compañero de partido Demetrio Madrid.