Ayer fue 9 de junio o como dice el viejo refranero castellano, ayer fue 40 de mayo. Aún hay que salir a la calle con el paraguas, pero no hay que llamarse a engaño porque la sequía sigue. Mucho más suave de lo que se temía hace un par de meses, pero sequía al fin y al cabo.

Desde finales del pasado mes de  mayo, llueve casi sin parar sobre la provincia de Albacete. Los registros de las redes pluviométricas de las confederaciones hidrográficas que se reparten su territorio -Júcar, Segura, Guadiana y Guadalquivir- arrojan registros que no hace mucho tiempo parecían imposibles.

Sólo entre el 22 y el 5 de mayo, cayeron 212 litros por metro cuadrado en la zona de Higueruela, 196 en la de Almansa o 171 en Yeste, en el área del río Tus; 153 en Tobarra, 139 en Nerpio y Villatoya, 131 en Riópar y casi 130 en El Gallego, dentro del término municipal de Elche de la Sierra.

Estos registros alivian mucho la situación, pero no ponen fin a la sequía. Queda patente con los datos de reserva de los embalses desde el 22 de mayo. La Fuensanta, en Yeste, gana menos de dos hectómetros cúbicos; el Talave, algo más de tres; el Cenajo, casi cuatro y Camarillas casi uno. Todos mejoran, sí, pero de forma discreta.

Aún más, los informes sobre el estado de la sequía prolongada, que mide la 'oferta' de agua que la naturaleza pone a nuestra disposición, o de escasez coyuntural, que mide la capacidad de atender la demanda de agua, son tozudos: la sequía es menos severa, pero sigue aquí, entre nosotros.

En el ámbito del Júcar, el último informe de indicadores de sequía y escasez señala que a 31 de mayo ya no había sequía prolongada, pero sí escasez coyuntural en varias zonas. En el caso de los puntos de control de la provincia de Albacete, hay literalmente de todo.

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