"Con la edad asumo como soy y me pongo menos máscaras"

Teresa Roldán
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Sara Lázaro es una mujer de 60 años que acaba de ser diagnosticada de autismo en la Asociación Desarrollo de Albacete

Sara Lázaro posa junto a su perro en su casa de Villalgordo del Júcar. - Foto: Arturo Pérez

A sus 60 años de edad, Sara Lázaro acaba de ser diagnosticada de autismo a través del equipo de profesionales de la Asociación Desarrollo Autismo de Albacete, una condición que asegura no tiene todavía asumida, «me sigo sintiendo como siempre, una impostora». Confusa y asumiendo la etapa de duelo tras la detección de su trastorno, Sara se pregunta quién podría haber sido si no hubiese reprimido de modo tan brutal su propia naturaleza, «si no he hubiera pasado la vida fingiendo una vida que no soportaba».

Reconoce que con la edad ha asumido quien es y cada vez se pone menos máscaras y asume que hay cosas en su personalidad que no puede cambiar. Durante más de 20 años Sara Lázaro ha trabajado de periodista en Málaga. Ahora vive en Villalgordo del Júcar, un pueblo que dice la tiene enamorada. Aunque nunca llegó a casarse, tuvo pareja a los 19 años, y fruto de esa relación son sus dos hijos: una hija de 39 años que vive en Nueva York y un hijo de 33 que reside en Ibiza. Sara lleva la mayor parte de su vida en tratamiento psicológico y psiquiátrico, arrastra un largo historial médico donde le han diagnosticado de depresión, trastorno de ansiedad generalizado, TOC, agorafobia, trastorno disociativo de personalidad, hipersensibilidad… Los tratamientos frente a los síntomas de estos males no le han proporcionado alivio ni le han dado respuesta a lo que le pasa y siente desde que tiene memoria.

Tras venirse a vivir a la provincia de Albacete en mayo de 2021, y empezar a ser citada por los especialistas médicos por sus trastornos, Sara trasladó sus dudas a una profesional de Salud Mental sobre si su caso podría encuadrarse dentro del trastorno del espectro autista, algo que la especialista descartó. «Lo que me hizo preguntarme por ello es que en ese momento estaba pasando una fuerte crisis, tras haber estado unos días con mi hija que vino a verme desde Nueva York; si bien estaba feliz de ver a mi hija, con la que me llevo muy bien, a la vez estaba deseando que se fuera, y volver a quedarme sola; en general se me hace insoportable estar con gente, siempre me ha pasado». Fue después de esa crisis cuando contactó con la Asociación Desarrollo y empezó la aventura del diagnóstico, una tarea que asegura que no ha sido fácil, con meses de pruebas y de bucear por recuerdos dolorosos. «Han sido meses de buscar un sentido a lo que me pasa y, la verdad es que todavía no lo tengo asumido. Que el diagnóstico ponga que soy autista sólo es una palabra, una definición que no cambia mi condición. Sigo siendo yo y sigo igual de perdida y cada vez más aislada y sola, esa es la realidad, pero intentaré cambiarlo, esta entrevista es un primer paso para ese cambio, y otro paso es retomar un nuevo curso en la Asociación Desarrollo, para seguir trabajando con las psicólogas que me han acompañado hasta ahora», agrega Lázaro, que ahora se enfrentará a otro de sus miedos, compartir su experiencia con otras mujeres que puedan estar en su misma situación.

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