Fernando Fuentes

Fernando Fuentes


Sin pueblos no habrá futuro

21/02/2023

Mucho se habla de la alarma medioambiental y poco de la agonía del medio rural. Debe de ser porque lo primero vende, está de moda y sirve para llenar portadas y la segunda solo importa a los que allí mal viven. Pero no nos equivoquemos, sin pueblos no habrá ciudades. La despoblación en España avanza a pasos agigantados y, de momento, parece que imparables. Todo el mundo quiere vivir en las mismas zonas porque hay otras en las que, sencillamente, no se puede. El 80% de los españoles vivimos en el 20% del territorio, ¿hace falta explicar más para darnos cuenta de la aterradora situación demográfica ante la que nos encontramos? Solo hay que darse un garbeo por muchos de los pueblos de nuestra provincia para comprobar que el muerto no mejora. Y las últimas décadas han sido demoledoras en este sentido. En el importante y exitoso foro que se ha celebrado durante estos días en Albacete, impulsado por la FEMP y la Diputación Provincial de Albacete, todo esto se ha tratado por los mejores especialistas del asunto, desde lo privado y lo público. Y es que aquí, los consistorios y diputaciones son claves a la hora de identificar problemas y aportar soluciones. Ellos son los que hablan, cara a cara, con sus vecinos a diario y saben de sus carencias. Es estupendo que, por fin, desde un Gobierno se hayan puesto manos a la obra para intentar que la 'España vaciada' pase a ser la de las oportunidades, aportando muchos millones de euros provenientes de Europa para sustanciar e impulsar esta lucha. Pero debe ser desde un estudio zonificado y, por ello, concreto, con el que ese esfuerzo se pueda articular de forma adecuada, por certera y sensible. No todo el medio rural es el mismo, ni sufre con los mismos problemas. Y aquí, en particular, el trabajo conjunto de los políticos y técnicos provinciales es vital. Lo es tanto que las Diputaciones se la juegan hasta el punto de que si no hay consiguen cambiar una tendencia inexorablemente negativa, ellas mismas podrían verse abocadas a desaparecer. Sin pueblos, no se necesitarán ayuntamientos y, aún menos, de organismos provinciales que los organicen. Lo que es una realidad es que cualquiera debería de poder vivir, y trabajar, donde desee en las mismas condiciones que otro que lo hace en la urbe. Solo consiguiendo esto aseguraremos que el medio rural siga vivo. Es cosa de todos.