Caligrafía en estado puro

Virgilio Liante
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Ana Navarro tiene obra en el Jardín Botánico, los nueve muros de la Vía Verde, en el Parque Lineal, una columna de homenaje a los mayores enfrente de la residencia de mayores, entre otras

Ana Navarro, junto a uno de los murales que ha realizado en el Parque Lineal. - Foto: J.M. Esparcia

Ana Navarro es una artista auténtica, que estudió Bellas Artes en San Carlos de Valencia y «allí era todo analógico, no había ordenador y el último año nos presentaron el primer Mac». Toda su formación fue manual, pero después empezó con el Diseño Gráfico, donde estuvo en la Escuela de Artes y Oficios y ha trabajado casi 20 años con ordenador, aunque siempre «empezaba con el lápiz y luego en 2015 por azares de la vida descubrí un curso de taller de caligrafía donde vi a un señor escribiendo con una plumilla que fue un flechazo, porque estaba en un momento un poco oscuro, empecé a buscar plumillas y a practicar por mi cuenta». Ese verano empezó a trabajar y encontró un curso en Francia en una abadía con Keith Adams y su mujer Amanda Adams al que Ana Navarro se presentó y ahí descubrió algo que le cambiaría la vida. Su trabajo con el ordenador cambió, empezó a utilizar las letras y comenzó a asistir a talleres de caligrafía por toda España, donde ha estado en Madrid, Barcelona, Valladolid, Málaga, Valencia, porque cada letra que aprendía lo iba incorporando a «mi trabajo, al diseño de logotipos y yo creo que en un año dejé de hacer diseño gráfico y ya me dedicaba sólo a las letras». Con el tiempo cada vez le pedía hacerlas más gigantes y una amiga le dejó en un local una pizarra enorme y «le preguntó si le dejaba escribir y ese fue su primer trabajo y a partir de ahí fue a La Luna, al Café del Sur y en cada trabajo aprendo y sigo». Ahora mismo tiene obra en el Jardín Botánico, los nueve muros de la Vía Verde, en el Parque Lineal una columna de homenaje a los mayores, enfrente de la Residencia de Mayores, la caseta que hay al lado de la locomotora, donde pintó la parte delantera y la trasera con un poema de Arturo Tendero. Además presentó un proyecto al Ayuntamiento para visibilizar a los poetas de Albacete que se llama Albacete Poesía, que tiene en la Fiesta del Árbol, en la Plaza de Carretas, en el Depósito del Sol, también ha pintado en Molinicos cuatro murales, en Casas de Lázaro y luego en diferentes negocios, áticos, salones en casas de una chica y a ella siempre la conocen por la caligrafía donde ha dado talleres en la José Saramago.       

Su vida es el arte y desde que se levanta se pone a hacer caligrafía, porque como le dijo Amanda Adams, que es especialista en letra inglesa, «hacer caligrafía es como sacar al perro». «Entonces hay que practicar cada día, porque llega un momento en el que te sueltas y puedes hacer algo personal. Yo ahora mismo utilizo las letras, pero para crear otras cosas, puedo hacer copias de manuscritos, porque toda la raíz está desde los sumerios. Estudias las letras, el trazo, la dirección y para mí es mi yoga. Hay veces que le han pedido escribir en ropa, entonces para cada trabajo tengo que buscar con qué herramientas, con que pintura, con qué material».

Respecto a las nuevas tecnologías dice que no le quitan trabajo porque las tecnologías van muy deprisa, mientras que la caligrafía lo que pones ahí se queda y un trabajo «hecho a mano tiene alma, tiene otra cosa. Yo no compito con un vinilo». Además explica que la gente, sobre todo niños y personas mayores, son las que se quedan a ver y hasta le sonríen cuando la ven pintar. Así es el día a día de esta artista que trabaja en silencio y sola.