Editorial

La reforma del 'solo sí es sí' certifica la fractura del Gobierno de coalición

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Con el apoyo del Partido Popular, el Congreso aprobó este jueves la reforma de la ley del 'sí es sí' impulsada por el PSOE. Una rectificación que abre una grieta definitiva entre los socios de Gobierno y con el bloque de investidura, sostén de las principales normas que ha logrado sacar adelante el Ejecutivo. El Gobierno de coalición escribe su epílogo tras el enésimo desencuentro en una legislatura convulsa pero cosida en base al interés común de prolongar su mandato hasta el final. Un fino hilo que se ha roto al calor de los comicios venideros ante las consecuencias de la aplicación de una ley que, en vigor desde octubre, ha conseguido lo contrario de lo que pretendía sin que sus promotores hayan hecho el menor gesto de autocrítica.

La votación deja sobre la mesa un acuerdo inédito en los últimos tiempos que no ha de verse como una anomalía, sino como parte de la normalidad democrática de un país que debiera asistir con más frecuencia al entendimiento de sus dos principales fuerzas políticas. Más allá de este 'armisticio', lo que toca, según el ritual, es que cada partido trate de imponer su relato. Desde el PP se ve la maniobra como un pulso ganado a Sánchez y como una oportunidad de desgastar al Ejecutivo. No se conforman los populares con las recientes disculpas del presidente del Gobierno a las víctimas y demandan la asunción de responsabilidades. Un cese de la titular de Igualdad que, obviamente, no se producirá. Por su parte, el PSOE juega a rebajar la influencia del PP en la reforma de la ley. Así se explica la ausencia de Sánchez de uno de los debates más espinosos de la legislatura y la mención días atrás del portavoz socialista en el Congreso, Patxi López, a la corrección de la norma como una mera «fe de erratas». Una «cuestión técnica» que ha rebajado las penas a cerca de un millar de agresores sexuales y ha permitido la salida anticipada de la cárcel de un centenar. Sobre los socialistas pesa la reacción tardía a una medida cuyo argumentario defendido por Unidas Podemos no se sostiene. El consentimiento siempre ha estado presente y, es obvio, como pilar principal del derecho se han de aportar pruebas que sustenten la comisión del delito.

Mal día para la formación morada. El gestual ejercicio de sororidad de Yolanda Díaz con Irene Montero exhibido en el Congreso contrasta con el sorpaso de Sumar a UP según el último barómetro del CIS que hunde a los de Belarra. Los estragos de otra medida estética con las que Montero aspira a monopolizar el movimiento feminista ha de invitar a la reflexión. Subyace en el conflicto una forma de hacer política basada en un electoralismo que se olvida de lo que realmente importa: en este caso, el castigo al agresor, la protección de la mujer y la dignidad de las víctimas.