'El principito' se hace mayor

EFE
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La fascinación por la novela de Antoine de Saint-Exupéry sigue creciendo entre niños y adultos 80 años después de su publicación

Ejemplares de la novela corta "El Principito" del escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry publicada en 1943. - Foto: EFE/Paloma Puente

Es una de las obras más emblemáticas de la literatura francesa, pero El principito, de Antoine de Saint-Exupéry, apareció primero en EEUU en 1943, hace ahora 80 años. La admiración por este relato en apariencia sencillo no se ha diluido y aún hoy se venden cinco millones de ejemplares al año.

Son los datos que ofrece la editorial Gallimard, que logró lanzar el libro en el país vecino en 1946 y que ha seguido publicando esta novela corta de apenas 120 páginas que es admirada por lectores de todas las edades y lugares, mantiene su éxito e inspira a creadores que destacan su introspección.

«Si tiene un alcance universal es porque trata con mucha sencillez y a la vez con mucha profundidad temas universales. Entre ellos, quizá el que nos une a todos que es la infancia, la nostalgia de ser niños», comenta Pedro Mañas, autor de literatura infantil y juvenil, para quien la obra devuelve al lector a «esa vida tan sencilla en la que todo tenía en el fondo más sentido y que hemos ido ocultando debajo de todos esos años».

En la novela, el segundo libro más traducido del mundo (a 500 lenguas) tras la Biblia, la infancia se reivindica como territorio en el que recuperar lo esencial, y sobre ella el protagonista diserta mientras viaja a través de planetas haciendo nuevos amigos.

«Estás todo el rato diciendo 'Pero qué razón tenía el Principito'. Es muy bonito porque te pone en un espejo como adulto», resalta la escritora Begoña Oro, quien encuentra en el libro «una narración hecha desde la extrañeza, por alguien que no es ni niño ni marciano, pero ajeno al mundo prosaico del adulting que nos pone en ese espejo de ¿pero por qué hacemos esas cosas?».

Publicada originalmente por la editorial neoyorquina Reynal & Hitchcock, la obra aborda el amor representado en la fragilidad de una rosa o la amistad encarnada en un zorro que desea ser domesticado mientras alecciona a una humanidad en crisis de valores durante la Segunda Guerra Mundial.

El aventurero y aviador Saint-Exupéry escribió la novela mientras servía como piloto militar desde Nueva York, y no sería hasta 1946, tras su fallecimiento en un accidente de avioneta en 1944, cuando el libro se publicase en una Europa ya liberada del nazismo. Solo entonces pudo leerla León Werth, periodista y escritor anarquista judío a quien el autor dedicó la obra por ser su mejor amigo.

«Creo que el propio Principito se considera literatura infantil porque lo pide desde la dedicatoria, en la que pide perdón por dedicarlo a una persona mayor y se disculpa diciendo es una persona mayor capaz de entenderlo todo, hasta los libros para niños», recuerda Oro, a la vez que anima a compartir la versatilidad de la narración con los más pequeños.

«Es una obra que es preciosa para leerla en voz alta, entre distintas generaciones. Seguro que hay abuelos deseando leerlo con sus nietos. O hacer un club de lectura adolescente sobre El principito. Me parece una ideaza», añade.

Parte fundamental de la narración son también sus dibujos, acuarelas originales del autor que a día de hoy decoran todo tipo de objetos promocionales. Para María Hesse (ilustradora del libro de Elena Medel La pequeña princesa, influido por la obra de Saint-Exupéry), esta parte «es un dibujo muy naif que da ese aspecto de retorno a la infancia».

«Si el dibujo lo dibujase otra persona con un dibujo más perfecto perdería esencia porque parte de lo que narra tiene que ver con lo que dibuja y con cómo lo dibuja», señala la andaluza, que elaboró el libro Marilyn, sobre la actriz, gran admiradora de la novela.