La Torre de Gorgojí entra en la 'lista roja' del patrimonio

E.F
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La fortaleza situada en el municipio de Alcaraz se mantuvo en buen estado hasta el cambio de siglo, pero ahora está muy deteriorada

Fotografía del estado actual de la Torre de Gorgojí. - Foto: J.L.G. (Vía Hispania Nostra)

La asociación Hispania Nostra acaba de sacar del olvido a una fortificación muy poco conocida de la provincia de Albacete, aunque por desgracia para llamar la atención sobre su avanzado estado de deterioro, en este caso próximo al colapso: la Torre de Gorgojí.

Esta fortificación es de época almohade, pues se levantó en torno al año 1100. Se encuentra dentro del término municipal de Alcaraz, muy cerca del cauce del río Guadalmena, y aunque está declarada  como Bien de Interés Cultural (BIC)  su estado actual es ruinoso.

No es de las torres almohades más conocidas. El historiador Aurelio Pretel publicó en 1975 un pequeño estudio en la revista Al-Basit, donde se da cuenta de lo poco que se sabe acerca de esta fortificación, conquistada en 1213 bajo el reinado de Alfonso VIII.

Se sabe que los primeros soldados y colonos cristianos que la conquistaron y la repoblaron procedían del Concejo de Alcaraz. Como también se sabe que fue objeto de un largo pleito entre los alcaraceños y la Orden de Santiago, no exento de tensiones y hasta algún episodio violento, que se prolongó hasta finales del siglo XIV.

Durante el tránsito del siglo XIV al XV, la frontera entre los reinos cristianos y los nazaríes granadinos se movió, de forma que la Torre de Gorgojí perdió todo valor estratégico. Aún así, las disputas sobre su posesión entre Alcaraz y Villanueva de la Fuente, en Ciudad Real, duraron casi hasta el siglo XVI.

Se sabe que en una fecha tan tardía como el año 1498, los comendadores de ambas villas se pusieron de acuerdo para marcar los límites de la dehesa que rodea a la Torre, cansados de las continuas pendencias y acusaciones entre los vecinos por cambiar hitos, lindes y señales.

Tras este acuerdo, la Torre de Gorgojil entró en la Edad Moderna y, al mismo tiempo, en un progresivo olvido. A finales del siglo XX, formaba parte de una finca privada, integrada dentro de un cortijo, y se encontraba en un relativo buen estado de conservación.

El cambio de siglo, por desgracia, le sentó mal. El edificio volvió a quedar sin un uso definido y la falta de mantenimiento se empezó a cobrar su precio. 

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