Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Naranja mandarina

20/01/2024

Estoy (ahora y cuando escribo) en la Comisaría de Policía en Buen Pastor. Es el acto institucional del izado de la bandera nacional. Saludo a don Antonio Moreno Luzón -comisario que fue y buen amigo de mi padre-. El ambiente es saludable. El izado de bandera conmueve -y remueve cosas de uno- y hay una grande emoción al recordar a los caídos. Me despedí muy agradecido, por su generosa invitación, del comisario Antonio Bueno y del subdelegado Miguel Juan Espinosa -siempre atentos, dos caballeros-. Y me fui triste a mi casa -en realidad fui a comprar mandarinas- por cuanto sentía que estaba en falta. Hay obligaciones morales -y esa certeza es un sinónimo de deber (por cuanto se supone que el deber obliga)- y el deber traba -de ahí el estar en falta-. Las obligaciones morales plantean, sobre el papel, que lo sean fundamentadas precisamente por un llamado a la ley moral. Y esa ley te obliga -uno siente el deber de correspondencia-. En el izado de la bandera se habló claramente de los principios constitucionales que, en realidad, son la arquitectura de nuestras obligaciones políticas o de moralidad común -otra cosa serán las nacidas de nuestra ética privada o religiosa-. Todo hombre sabe cuando está en falta. Lo peor es enervar la traba, debilitarla, orillar nuestro deber, trasladar la obligación a otros, dejarse de éticas que podrían afrentarlos, correr el velo para no resultar incómodo y hacer de nuestra obligación moral un juicio de valor privado. En realidad la obligación nació de la disputa -pero se exigía de los interlocutores la asunción de ciertas reglas, de un mínimo reglamento social, para evitar lo indecoroso o peor aún: la impostura-. Estar en falta para con algo o para con alguien puede ser insoportable o quizá pueda ser llevable -y ha de tenerse cuidado: la traba o falta es personal, el primer deber del obligado es no hacer contraste o procurar desaire a cualquiera-. Pero, en ocasiones, la tristeza -la acedía de ese momento, en el peso y compra de las mandarinas- es menos que pereza (pero al punto pereza) y de ahí que el izado de bandera reconforte y que el canto por el compañero muerto vivifique. Y pueda que la obligación moral sea el esqueje que va más allá de la naranja mandarina.

ARCHIVADO EN: Policía, Arquitectura