Senderos de hoja caída para vivir la magia del otoño

La Tribuna
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La superficie arbolada de Castilla-La Mancha tiñe de dorado y ocre más de una tercera parte del territorio durante esta estación del año, ofreciendo unos icónicos paisajes

Sierra de San Vicente. - Foto: @Turismo de Castilla La Mancha | David Blázquez

Otoño es una de las mejores épocas para disfrutar del senderismo en Castilla-La Mancha, una oportunidad para calzarte las botas, coger la mochila y desconectar de la rutina del día a día en alguno de los espectaculares parajes naturales que ofrece la región. Con el termómetro marcando todavía unas temperaturas agradables, los incontables bosques castellanomanchegos abren sus 'puertas' para vivir la magia de la estación otoñal. Antes de que el frío y los inclementes vientos invernales desvistan las arboledas caducifolias, llega el momento idóneo para deleitarnos con las mil y una tonalidades doradas y ocres que exhiben las forestas castellanomanchegas. De manera progresiva, en estas fechas, van amarilleando las hojas de los fresnos, álamos, hayas, alisos, castaños, robles, sauces, quejigos y tarayes.

Castilla-La Mancha sorprende a propios y extraños por ser tierra de bosques que circundan a la gran llanura manchega, se elevan y suceden diferentes sierras, de alomados relieves o altas cumbres, tapizadas por una infinidad de árboles y arbustos. La superficie arbolada, en concreto, se extiende por más de una tercera parte del área total de la región. Pero la proporción de los terrenos forestales es aún mayor si consideramos también las zonas de matorral y los pastizales, llegando a ocupar el 45% del ámbito castellanomanchego.  

Uno de los destinos forestales más conocidos y visitados por su innegable atractivo durante estos días es el Hayedo de Tejera Negra, considerado la joya de la corona del Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara. Para velar por su conservación, tiene el acceso limitado y conviene reservar la visita con antelación. Sin salir de este espacio protegido, merecerán también toda nuestra atención los extensos melojares, predominantes en muchas de las laderas de la Sierra de Ayllón. Por ejemplo, desde la localidad de El Cardoso de la Sierra, que cuenta con un centro de interpretación, parten diversas rutas de gran interés.

Hoz de Pelegrina en Sigüenza (Guadalajara).Hoz de Pelegrina en Sigüenza (Guadalajara). - Foto: @Turismo de Castilla La Mancha | David Blázquez

Los robles melojos, cuyas hojas adquieren una intensa coloración anaranjada en noviembre, tienen también su protagonismo en muchos otros enclaves de la región, como en los Montes de Toledo, en la Sierra de Caldereros y en Sierra Madrona, en el término de Fuencaliente, haciendo frontera entre Ciudad Real y Córdoba. Por su parte, los quejigares colorean de ocre gran parte de La Alcarria, tanto en Guadalajara como en Cuenca, adornando además otros lugares como las laderas del Parque Natural del Barranco del Río Dulce o el entorno del Parque Nacional de Cabañeros.

Hay otros bosques menos conocidos, pero que cautivan también al senderista y cuentan con un incalculable valor. Hablamos, por ejemplo, de los abedulares de Riofrío, cerca del río Guadiana, a su paso por los Montes de Ciudad Real;  de los castañares (un árbol frecuente en las zonas altas de la Sierra de San Vicente y en algunos valles de La Jara); de las recónditas tiledas y avellanedas, como las de la Dehesa de Belvalle, en el Parque Natural del Alto Tajo; y de los bosques de arces de Montpellier, que salpican, por ejemplo, las faldas del Parque Natural de la Serranía de Cuenca. Muchos de estos fascinantes paisajes se pueden disfrutar desde la infinidad de miradores naturales que se extienden por la región.

El renacer de las cascadas. Son fechas en las que, además, los espectaculares saltos de agua de Castilla-La Mancha recuperan todo su esplendor. Las cascadas del Aljibe, en la Sierra Norte de Guadalajara; el nacimiento del río Cuervo, en el Parque Natural de la Serranía de Cuenca; Los Chorros, como popularmente se conoce al nacimiento del río Mundo;y, especialmente, la sucesión de cascadas del Parque Natural de las Las Lagunas de Ruidera son de visita obligada.

Chorro de las Becerras en el Parque Nacional de Cabañeros.Chorro de las Becerras en el Parque Nacional de Cabañeros. - Foto: @Turismo de Castilla La Mancha | David Blázquez

Asimismo, muchos de los humedales adquieren un especial encanto en otoño, gracias al fotogénico reflejo en la lámina de agua de los álamos, chopos y sauces de las orillas, teñidos ahora de intensos tonos dorados. La lista de zonas húmedas y lagunas pintorescas de la región es interminable. Las lagunas de Uña, Tarabilla, junto al puente colgante sobre las turquesas aguas del Tajo, Salobreja y Somolinos son sólo algunos ejemplos.