Cristian Pérez fue el actor principal del largometraje

Pedro J. García
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El novillero hellinero abrió la puerta grande, Peñeranda cortó una oreja y el francés Lalo de María se fue de vacío ante un encierro descastado de Los Chospes

Una pasaje de la faena de Cristian Pérez al cuarto de la tarde. - Foto: J.M.E.

En la Fórmula 1, en función de la longitud del circuito, las carreras se fijan a determinadas vueltas o, en previsión de incidentes, de dos horas de duración. En el mundo taurino, que tantos cambios necesita, se debería buscar alguna fórmula similar, porque un festejo como el de ayer, con tres horas de duración, se hace largo para el mejor de los aficionados.

A quien no se le debió hacer tan largo fue a Cristian Pérez, porque desde que despachó al cuarto de la tarde ya sabía que le aguardaba la salida en hombros del coso albacetense. Logró el premio tras dos faenas de distinto corte -la primera más enrazada y la segunda con mayor lucimiento y fondo- que le valieron para pasear una oreja de cada uno de sus enemigos. Peñaranda, a quien le correspondió el peor lote, logró un apéndice de su primer enemigo y poco pudo hacer ante su segundo para redondear la tarde. Lalo de María, que hizo su presentación en Albacete, pasó de puntillas y se fue de vacío.

Decidido desde el primer momento salió el novillero Cristian Pérez, que se fue a recibir a su enemigo a portagayola. Esa disposición, tras un tercio de varas en el que el novillo echó la cara arriba y en banderillas esperó, se confirmó en el inicio de faena de muleta, citando en los medios para recetarle al de Los Chospes tres pases cambiados, que calentaron los tendidos. Después realizó una faena intermitente por ambos pitones, con un novillo manso, con genio y protestón, que terminó desarrollando sentido. Le avisó por el pitón derecho con una colada y en el toreo al natural, tras ligar tres de buen corte, le prendió de mala manera. Pasó por la enfermería y salió para recetarle varios pases con la muleta a la espalda, sin ayuda. Remató con una estocada contraria, suficiente para despachar al astado y cobrar la primera oreja de la tarde. 

Dolorido, con varias costillas dañadas, e infiltrado recibió con la misma disposición al cuarto de la tarde Cristian Pérez, con una larga cambiada y verónicas en las que se vieron la mejor condición del astado. Lo aprovechó en su faena de muleta, cimentada sobre la mano derecha, con series ligadas, de mano baja y temple, rematadas con pases de pecho que terminaban en el hombro contrario. Bajó de tono en el toreo al natural, porque al novillo le costó más por el pitón izquierdo, por lo que decidió volver sobre la diestra, y otra vez subió la intensidad de la faena de Pérez que, tras un metisaca, dejó una estocada casi entera que fue suficiente para que doblase el buen novillo de Los Chospes, aplaudido en el arrastre. Para el novillero, una oreja que le abrió la puerta grande.

El peor lote. El novillero de Iniesta, al que le correspondió el peor lote de la tarde, tuvo como primer enemigo un novillo de Los Chospes manso, sin entrega en el capote, sin fijeza en el caballo, con la cara arriba y doliéndose en banderillas. No fue a mejor en la muleta, probón en los primeros compases y con una embestida descompuesta, aunque Peñaranda logró que su faena fuese a más, con firmeza en la cara del toro y consiguiendo series más lucidas cuando atacó al novillo, sobre todo por el pitón derecho, por el que llegaron los mejores muletazos de una labor que remató con una estocada contraria que valió para finiquitar al astado y que él lograse pasear una oreja.

No cambió la suerte para Peñaranda con el quinto de la tarde, otro novillo manso, sin clase y que impidió el lucimiento desde su salida, sin fijeza en el capote, sin emplearse ni en el caballo ni en banderillas. En la muleta se quedó corto, echando la cara arriba y, aunque Peñaranda estuvo firme, no consiguió que su actuación fuese a más, con el novillo convertido cada vez más en un marmolillo. Decidió abreviar y tras unas ajustadas bernadinas dejó una estocada, pero necesitó descabellar para acabar con el astado, pitado en el arrastre. El novillero fue ovacionado.

Mejor condición tuvo el primer novillo de Lalo de María, al que el francés recibió a la verónica, ganándole pasos y rematando con dos medias casi en los medios. El de Los Chospes se entregó más en el caballo y se dolió en banderillas. La faena de muleta, con pasajes de mayor lucimiento y ajuste estuvo marcada por la poca fuerza del novillo, que dobló varias veces, en un quiero, pero no puedo, porque el astado tuvo entrega en la muleta. Alargó en exceso la faena, ya con el toro más apagado, e hizo que el conjunto de su labor, más en la distancia corta, bajase aún más tono. Tras una manoletinas sin mayor lucimiento, dio un sainete con los aceros, con cuatro pinchazos, un metisaca, media atravesada y un descabello. Su labor fue silenciada.

Deslucido, con capote y muleta estuvo Lalo de María con el que cerró plaza, otro novillo descastado, parado y al que le costó tomar la muleta. Tras varias series de poco lucimiento, por ambos pitones, decidió abreviar.

FICHA:

Ganadería. Se lidiaron seis novillos de Los Chospes, justos de presentación, descastados y de poco juego en general.

Cristian Pérez. Buganvilla y plata. Una oreja y una oreja.

Alejandro Peñaranda. Verde botella y oro. Una oreja y ovación.

Lalo de María. Tabaco y oro. Silencio tras un aviso y silencio.

Incidencias. La plaza registró más de un tercio de entrada en tarde calurosa. Cristian Pérez pasó por la enfermería tras ser cogido por el primer de la tarde, pero volvió al ruedo para completar su actuación.