«La financiación en investigación es como una montaña rusa»

Teresa Roldán
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«Necesitamos más muestras de pacientes para validar el modelo y que llegue a la clínica»

Imagen de la investigadora Carmen Ramírez. - Foto: Juan Lázaro

Investigadora albacetense pero actualmente afincada en Madrid, Carmen Ramírez es bioquímica y bióloga molecular. En la actualidad Ramírez compagina  su trabajo como profesora titular de la Universidad Politécnica de Madrid e investigadora del Centro de Tecnología Biomédica. Su grupo de investigación pertenece tanto a la Politécnica como al Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos. Esta científica, que pasó buena parte de su itinerario postdoctoral en el extranjero y obtuvo un contrato Ramón y Cajal, cuenta con el doctorado en Biología Celular y Molecular. Cuenta con ocho premios de Investigación e Innovación, 41 artículos científicos y ha dirigido cinco tesis y cuatro más en desarrollo.

Recientemente conocíamos que su grupo nacional de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid busca biomarcadores que predigan la metástasis y la respuesta a la quimioterapia de los pacientes con cáncer colorrectal ¿qué avances han logrado al respecto?

Mi grupo actual trabaja no en cáncer sino en la recaída del cáncer. Hago hincapié en ello porque son muy diferentes las células tumorales que todo el mundo sabe que proliferan mucho e invaden determinadas zonas del organismo, a las células que originan los tumores que justo son lo contrario, son células que se dividen muy poco. Y es importante porque el hecho de que se divida una célula es por lo que le ataca la quimioterapia y la radioterapia. Estos tratamientos provocan lesiones en el material genético de las células y cuando se van a dividir entran en caos y se mueren. Pero las células madre tumorales como casi nunca se dividen tienen tiempo de reparar y por ello se escapan y se hacen resistentes a todos los tratamientos que tenemos. Esto significa que hoy el cáncer se cura, el tumor primario se cura en un 99,9% de los casos, pero la recaída, la metástasis, mata a los pacientes, y no tenemos tratamiento frente a ello.

Estamos en tres líneas de investigación intentando localizar esas células que son diferentes y además son poblaciones muy pequeñas. Una de las líneas es buscar marcadores, porque como no hay buenos marcadores, las células se esconden al sistema inmunológico, y a nuestros métodos de diagnóstico, y en este sentido, nuestro abordaje pasa por no fiarnos ni de una molécula ni de dos ni de tres, sino que tenemos un algoritmo matemático de 14 marcadores, para lo cual trabajamos con físicos especialistas en «machine learning» y sistemas complejos.Y  lo que intentamos hacer con inteligencia artificial, es localizar cuál es el umbral de cualquiera de esas moléculas que nos indican que el paciente va a recaer. Fruto de ello, hasta el momento somos capaces de adelantarnos hasta siete meses a que aparezca la recaída por prueba de imagen, con lo que al paciente se le tiene más vigilado porque antes que aparezca el tumor nosotros detectamos los marcadores que dan lugar a  ese algoritmo en sangre. De esos marcadores hemos sido capaces de ver cuáles son los que más pesan en que el tumor se haga resistente a los tratamientos, y de aquí ha surgido este trabajo que se publicó recientemente cuya primera firmante es Marta Sánchez Díez, investigadora que hace la tesis conmigo en el Centro de Tecnología Biomédica de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica, Alimentaria y de Biosistemas de la Universidad Politécnica de Madrid que ha localizado un nuevo marcador que ahonda en la resistencia de las células del tumor  a los tratamientos. Este marcador puede ser una nueva diana terapéutica y estamos estudiando si bloqueando ese marcado podemos bajar la resistencia a las terapias.  

¿Cómo hacen estos avances en el laboratorio?

Trabajamos con muestras de pacientes. Para ello contamos con la colaboración y el visto bueno de los comités de ética de varios  hospitales, como el Hospital Ramón y Cajal, la Clínica Jiménez Díaz, el Hospital Universitario de Ciudad Real. Ahora estamos intentando conseguir el del Hospital Puerta de Hierro, el Hospital Virgen de la Salud de Toledo. Estos centros nos mandan muestras para poder en un futuro próximo  validar el modelo, es decir, que a nivel de investigación nosotros ya sabemos que eso pasa así, pero necesitamos muchas más muestras de pacientes para validar el modelo y que pueda llegar a la práctica clínica. Necesitaríamos una media de 100 pacientes al año con seis muestras a lo largo del año, cada dos o tres meses tomar una muestra, para poder predecir una recaída. 

El objetivo del proyecto pasa por  tener esta cifra de pacientes, a una media de 500 muestras, en un año o año y medio. 

Cuando hablamos de investigación el resultado suele ser a largo plazo, ¿pero en este caso parece que los avances podrían llegar pronto a la práctica clínica?

Pero porque llevamos mucho tiempo investigando en este proyecto. Este trabajo investigador comenzó en Albacete, en el laboratorio del CRIB con muestras de cáncer de colon y se leyeron dos tesis doctorales, una en 2012 y otra en el 2014. La crisis y la política científica hicieron que no pudiéramos seguir. Ahora de nuevo tenemos cinco personas trabajando en el equipo en la UPM, y ahora las cosas van un poco más rápidas, y esperamos que los resultados de este trabajo estén en año y medio. Hemos recibido dos premios de innovación en los últimos años y los resultados se están publicando. 

Además de la línea de trabajo mencionada ¿en qué otro proyecto se halla inmerso  su grupo de investigación de la UPM?

Nuestra idea fundamental del laboratorio no es predecir cuando va a recaer un paciente, sino frenar las células iniciadoras del tumor. Nuestra estrategia es arriesgada porque lo que queremos es convertir esas células en células del tumor de las normales, de las que se dividen mucho, pero que también responden a la quimioterapia, para que cuando nos carguemos todas esas células cancerígenas no tengamos esa población de células que son las que producen la recaída. Es lo que se conoce como autorenovación y lo que buscamos son inhibidores de la autorenovación. Y esas sustancias las queremos sacar de extractos vegetales, para  lo cual trabajamos con varias empresas e incluso tenemos una planta que viene de la Gana, con ciertas peculiaridades; también trabajamos con el banco de germoplasma que tiene variedades silvestres de las plantas que se consumen que aportan propiedades que se han perdido al cultivarse; otras son proteínas trasgénicas del cuerpo humano que hemos purificado y que afectan a este proceso de autorrenovación. E incluso tenemos una colaboración con la AECC con investigadores de Albacete que trabajan en la cuerna del ciervo, donde se ha visto que hay sustancias que pueden modificar el patrón de estas células iniciadores del tumor. Desde todos los frentes estamos buscando esas moléculas y ahora lo que intentamos es vehiculizarlas esas moléculas. Para ello, hemos empezado colaboración con grupos de investigación de Nanotecnología con nanopartículas que nos ayudan a vehiculizar esas proteínas para que lleguen únicamente a los tumores. Y el primer artículo de este trabajo salió publicado hace unos días en una revista internacional. Estamos muy contentos porque estamos avanzando mucho. 

¿Cree que la pandemia del coronavirus ha supuesto una oportunidad para impulsar la investigación?

 La financiación en investigación es como una montaña rusa, lo ideal sería que las fuentes públicas fuesen más constantes. Sí se le pegan empujones, pero la investigación no necesita de empujones, sino de financiación constante, porque los trabajos son a largo plazo y no pueden depender de fluctuaciones. Yo eso lo hecho de menos. La verdad es que la Universidad Politécnica de Madrid nos da un soporte y apuesta bastante por nosotros, también potencia mucho la colaboración con empresas. Yo por ejemplo he ganado dos premios de innovación con los proyectos del laboratorio, y el premio Innovatech-2T Chalenge UPM. En mi caso ahora estamos bien, porque toda la gente de mi equipo trabaja con contratos predoctorales, pero hace unos años la realidad no era esa. Hay un poco más de financiación y de interés por la ciencia, pero porque los investigadores nos lo curramos mucho y nos movemos mucho. Yo me paso el 50% de mi tiempo de la semana buscando financiación para mi grupo.

La investigación en la actualidad no se entiende sin equipos multidisciplinares en los que hay implicados profesionales de diferentes disciplinas ¿no?

Efectivamente, en nuestro equipo hay bioquímicos, biólogos moleculares s, físicos, matemáticos, biotecnólogos, etc. Nuestro laboratorio es multidisciplinar y tenemos la suerte de trabajar también con gente de Toledo, que trabaja en ejercicio físico y metabolismo, porque la regulación del ejercicio físico y de la parte metabólica es muy importante en la respuesta a los tratamientos de cáncer. Este artículo que nos acaban de publicar lo hemos hecho en colaboración con un grupo de químicos orgánicos de la Universidad Rey Juan Carlos.

Teniendo en cuenta que su grupo trabaja en la recaída de los enfermos que sufren un tumor ¿qué es lo que les interesa de la investigación en cáncer?

 Los tumores nos interesan tanto en cuanto un cáncer de colon pueden metastatizar en cerebro, y uno de mama también, pero este último también puede acabar con una metástasis en pulmón. Son células que salen al torrente sanguíneo y buscan nichos para generar la metástasis, esas células son bastante más parecidas de lo que nos pensábamos. Pero dado que la enfermedad en función del tumor y del paciente es diferente y su evolución también, el abordaje desde el laboratorio cambia. De pulmón todavía no tenemos muestras, las vamos a obtener del Hospital Puerta de Hierro, que es referente en cáncer de pulmón, y por ello estamos ya con los procesos del Comité de Ética, y esperamos empezar pronto. Las muestras que tenemos de momento son de cáncer de colon, de mama y también nos interesan mucho los tumores cerebrales, porque cualquier avance es decisivo.

Si cada vez vivimos más ¿cada vez  habrá más casos de cáncer?

 Es cierto que el cáncer está asociado a un determinado periplo de edades. Una prueba de ello es que los cribados de cáncer pasados los 70 años de edad dejan de hacerse porque si a esa edad no has tenido cáncer de mama a partir de esa edad bajan muchísimo las posibilidades. El cáncer está relacionado con la edad, pero también es cierto que todos los sistemas metabólicos bajan con la vejez. Yo diría que el peso mayor en la aparición de un cáncer es nuestro estilo de vida, la cantidad de hormonas y de tóxicos que tomamos tanto en la comida como inhalados, por ejemplo por las gases invernadero. Se puede envejecer saludablemente sin un tumor. Si a los 70 no has tenido un cáncer de mama posiblemente y no vayas a tenerlo nunca.

¿Cree que las líneas de investigación en materia de cáncer son de las que más fondos reciben respecto a otras enfermedades menos prevalentes?

 El cáncer y el envejecimiento son como dos caras de una misma moneda, lo que se avanza en un lado se avanza en otro, y muchas rutas de señalización nos pueden ir ayudando en ambos sentidos. Las enfermedades tampoco son cajas estanco, cuando se investiga en la célula, en cómo el metabolismo celular y los organismos sobreviven o no sobreviven,se está ahondando en la cura de muchas enfermedades a la vez, incluso muchos medicamentos pueden ser medicamentos huérfanos para varias enfermedades. La cura del cáncer no la vamos a conseguir, pero sí que vamos a avanzar,  además de en el estudio molecular de otras patologías.