Un infierno a tres horas de avión

MAITE MARTÍNEZ
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La pediatra albacetense Elia López relata las imposibles condicionesde vida en el campo de refugiados de Moria, en la isla de Lesbos

Un infierno a tres horas de avión

El infierno se llama Moria y está a tres horas de avión. La pediatra albacetense Elia López Ballesteros ha sido testigo de las espantosas condiciones de vida en este campo de refugiados, de la isla griega de Lesbos. 

Se fue a echar una mano a Rowing Together, una oenegé que crearon en Tesalónica un bombero y dos ginecólogas hace tres años y que desde entonces trata de dar atención ginecológica a las mujeres de Moria, muchas de ellas víctimas de agresiones físicas y sexuales, mutilaciones y vejaciones. La de Moria ha sido la primera experiencia como cooperante de esta joven médico, ha estado 18 días, y piensa repetir en cuanto su trabajo en el hospital de Albacete se lo permita.

Leer el diario de abordo que los voluntarios de Rowing Together escriben en Facebook estremece. En su tienda de campaña, instalada en el campamento sanitario de Médico Sin Fronteras, han atendido a mujeres con cicatrices en su vientre causadas por el cuchillo que le clavó el hombre que la violó para matarle a su bebé o contagiadas por el VIH tras ser violadas reiteradamente. Es el infierno de Moria, donde las mujeres utilizan pañales por la noche para evitar salir de su tienda de campaña si tienen que hacer sus necesidades ante el peligro cierto de ser violadas. Donde muchas se quedan embarazadas con la falsa creencia de que esta condición les facilitará el asilo, sin saber que en el mejor de los casos este pasaporte de salida de Lesbos no llegará antes de dos años. 

Con un ecógrafo y la ayuda de traductores, los médicos voluntarios de Rowing Together, ofrecen una mínima atención ginecológica, hacen seguimiento de los embarazos y tratan de hacer planificación familiar, «porque en Moria, quedarte embarazada es fatal», certifica Elia. Por eso tratan de convencer a las mujeres que no lo hagan solo buscando que se les reconozcan como refugiadas, aunque la joven albaceteña admite que no siempre lo consiguen. 

Moria, insiste esta pediatra una y otra vez, es un infierno de cinco kilómetros cuadrados donde se hacinan 12.000 personas. «Se estima que hay un baño por cada 100 personas y una ducha por cada 90», apunta Elia, tratando de que nos hagamos una idea de como se malvive en este antiguo campo militar localizado a ocho kilómetros de la costa turca y donde la alimentación es escasa y de bajísima calidad. Después de horas de cola se puede conseguir una botella de agua y un bollo de chocolate para desayunar, nada de frutas, ni de verduras, escasas proteínas. «En estas condiciones, abundan las anemias severas, más aún entre los niños y las embarazadas», relata la pediatra, que ha visto entre los habitantes de Moria mil y una infecciones intestinales y problemas de salud derivados de las pésimas condiciones higiénicas y alimenticias. Más información en edición impresa