Luis Reyes cuenta 'una de las extravagancias de la historia'

Emilio Martínez
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Brillante acto de presentación en Madrid de 'Un delirio español: el negocio de la Inmaculada'

Un momento de la presentación en Madrid del libro del veterano escritor, Luis Reyes Blanc. - Foto: Emilio Martínez

«Esto sí que es un delirio. Incluso se queda corto». Así comenzó la presentación en Madrid del reciente libro del veterano escritor y periodista Luis Reyes Blanc por parte de su colega Jesús Rivasés. Quien en un tono irónico continuó añadiendo que la temática de la obra ocupa y preocupa mucho ahora a la gente: nada de la carestía de la luz, de los alimentos, del otoño casi sin calefacción que nos espera, ni de la guerra en Ucrania, nada. Según él, ahora mismo todo el mundo está pendiente de «la discusión bizantina» de si María, la madre de Jesucristo, fue excluida por Dios del pecado original en el momento de su gestación o en el de su nacimiento. Las sonrisas que causó fueron denominador común del público que llenaba la madrileña Librería Rafael Alberti, donde tuvo lugar un acto de gran brillantez sobre  Un delirio español: el negocio de la Inmaculada, que es el título de esta original obra que acaba de salir a la venta publicada por  Almud Ediciones.

No es de extrañar que al término de la jocosa intervención del presentador, uno de los asistentes comentara que este tema sólo se le podía ocurrir tratarlo a alguien de Albacete. Antes había sido el turno  de Alfonso González Calero, el editor, quien en sus breves palabras sobre «este libro de Luis que, como es lógico está muy bien escrito y se lee muy bien», dijo que, por supuesto, a su empresa -en cuya web se puede encargar- sí que le había interesado su asunto central «y por eso lo hemos publicado».  Tras él, Rivasés insistió en que este «gazapetón, que es un disparate muy grande», tiene un fondo histórico,  pues fue un tema manido y controvertido a partir de la segunda mitad del siglo XVII en Sevilla y luego en toda España.

Y dado que su autor también es historiador y, aparte de tantos de sus reportajes al respecto, igualmente tiene otros libros sobre hechos históricos, cual resaltó el presentador, era lógico que éste fuera «fascinante, adictivo, magnífico y espectacular». Y cerró con más humor: «Además, es imposible que Luis se haya inventado todo lo que cuenta, pues todos sus personajes aparecen en San Google».

La intervención del albacetense, tras felicitar a Rivasés, fue muy breve porque afirmó que lo mejor es que la gente se compre el libro, y de hecho al término del acto hubo una larga cola de gente que se lo llevó con el añadido de la firma y dedicatoria del autor. Sí que respondió a la pregunta generalizada del público de la razón que le llevó a ocuparse de este negocio - «en el sentido de asunto político», precisó-, aclarando que surgió tras ver una exposición en el Museo del Prado sobre Las Fábulas de Velázquez, que le impresionó. Y a partir de ahí tiró del hilo, se obsesionó hasta concluirlo hace poco y tras más de una década investigando y  consultando archivos.

Después, ya en conversación con La Tribuna, añadió que él busca siempre «las extravagancias de la Historia», porque está convencido de que la realidad inventa cosas más estupendas -en el sentido de que causan estupor- que cualquier imaginación literaria. «Con el Misterio de la Inmaculada, realmente ininteligible para una persona normal, las Guerras Marianas que provocó y sus insospechadas repercusiones que llegan hasta la bandera de la Unión Europea, encontré la extravagancia en estado puro, y me encantó. ¿Cómo no me iba a empeñar en seguir con él?».

El libro, en definitiva, analiza un fenómeno histórico de exaltación colectiva por la Inmaculada, la obsesión que embargó a España en el siglo XVII con manifestaciones apasionadas en su defensa, a las que no fue ajena una Monarquía que convirtió el negocio en un asunto de Estado. Incluso Felipe III inició una ofensiva diplomática en Roma que mantuvieron Austrias y Borbones arrancando más de una declaración papal favorable a la Inmaculada Concepción.

Según Luis, además, «la influencia en el arte fue tremenda, pues el tema de la Inmaculada se convirtió a partir de entonces en el más repetido en la pintura española, y todos los grandes, desde El Greco hasta Goya, pintarían Purísimas». También cuenta que Carlos III adoptó los colores y la imagen de la Inmaculada para sus insignias que hoy lucen, por ejemplo, los reyes de Inglaterra y el emperador de Japón. Sin olvidar que al fin y al cabo este negocio fue la principal misión de la diplomacia española durante el siglo XIX.

«O sea que, con estos y otros ejemplos que vienen en el libro -como que la camiseta de la selección italiana de fútbol y hasta la bandera europea son homenajes 'ignorados pero reales' a la Inmaculada Concepción-, la primitiva locura sevillana luego se extendió al resto de España y al mundo», resume Luis. Quien agrega para rematar con el humor paisano que siempre le ha caracterizado: «¿Es importante o no?»

 

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