Devoción y entrega en Tobarra

Redacción
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La localidad vivió con emoción y gran participación la bajada del Paso Gordo desde el Santuario de la Encarnación

Impresionante bajada del Paso Gordo en Tobarra. - Foto: Elena Lisón

Si hay algo que caracteriza al Jueves Santo Tobarreño es la Bajada del Paso Gordo desde el Santuario de la Encarnación, con la Hermandad de la Caída y Cristo Resucitado. Para comenzar, las tradicionales arengas, una motivación para los hermanos y, por supuesto, la oración previas a la formación de los relevos y la salida del impresionante trono, con su bajada, una costumbre que se inició en 1952, a causa de la caída de la torre de la iglesia de la Asunción y la falta de espacio en otros lugares para acoger el trono y la imagen.

Año tras años se viven momentos  llenos de devoción y entrega, pues supone uno de los momentos más esperados por los tobarreños, que viven con intensidad esos momentos. Una emoción, como advierten entre lágrimas, que no se puede explicar, hay que vivirla y efectivamente lo viven llenos de orgullo, con esos relevos que van conduciendo el impresionante paso por esas subidas y bajadas tan empinadas. Un esfuerzo, que subrayan desde la Hermandad de la Caída y Cristo Resucitado que desde luego merece la pena, nada más ver la gran concentración que ya se produce a la salida del Santuario de la Encarnación, así como en el trayecto.

La solemne procesión de Jueves Santo, de la Amargura, salió de la iglesia de La Asunción de Nuestra Señora.  En cuento a los pasos, participaron Jesús del Prendimiento, Cristo de la Columna, Ecce-Homo, Soldados Romanos, Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Mujer Verónica, Caída de Jesús, Santísimo Cristo de la Agonía, Santa María Magdalena, San Juan Evangelista, así como Santísima Virgen de los Dolores.

El itinerario de la misma fue plaza de España, Mayor, San Roque, Columnas, Príncipe de Asturias, Mayor, plaza e iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, donde finalizó, a excepción de Jesús del Prendimiento, Santa María Magdalena y San Evangelista que desfilaron por Francisco Cano Fontecha hasta la iglesia de San Roque.