Antonio García

Antonio García


Tontos

17/04/2023

Dice un estudio de la universidad de Northwestern (Illinois) que cada vez somos más tontos; la formulación exacta del estudio es que nuestro cociente intelectual ha descendido por primera vez desde 1938, pero se formula así, de forma sencillita, para que puedan entenderlo los más tontos, que en su simpleza necesitan doble traducción. Ya había suficientes pruebas en nuestro entorno para hacer innecesario el refrendo científico, y no cabe duda de que la ciencia tampoco está en su mejor momento de lucidez cuando destina sus esfuerzos a este tipo de ensayos en lugar de aplicarlos a asuntos más insoslayables. Hasta el tonto de tiza, sin recurrir a la estadística, sabe que la raza, en lo que hace a raciocinio, degenera. Este descenso vertiginoso hacia los abismos de la estupidez lo atribuyen algunos al deterioro del sistema educativo, al abuso de las redes sociales y, ya puestos, al cambio climático. Sea cual sea el motivo de nuestra inopia intelectiva, lo cierto es que no se trata de un fenómeno individualizable sino colectivo: no es que en un país haya determinado número de tontos, numerados y censados, sino que a veces es el mismo país, al completo, el que se instala en la tontería: en el nuestro, a tenor de la comidilla Obregón, ya no cabe un tonto más. Universitarios que no leen y apenas si saben escribir, universidades que despachan títulos cum laude a esos mismos alumnos, zombis abducidos por el móvil, tertulianos ascendidos a intelectuales, fomento de la inteligencia emocional antes que de la inteligencia a secas, todo apunta a que, efectivamente, somos tontos de remate, tontos del bote sin posibilidad de enmienda. Incluso a la inteligencia artificial se le ha pegado nuestra tontería.