Llegados a este punto el fútbol se convierte en un maremágnun de situaciones complicadas con las que lidiar en cada jornada, con la presión que supone estar en la recta final y tener objetivos que cumplir, ambiciosos como los que ahora tiene un Albacete por encima de sus expectativas que no quiere perder la oportunidad que le está brindando su gran temporada.

El partido frente al Cartagena, que podía haber significado un golpe encima de la mesa en la lucha por la sexta plaza, se frustró por una expulsión rigurosa y un empate que dejó las cosas como están. Así las cosas, mantener la sexta plaza sigue necesitando sumar y con esas intenciones ha viajado el Alba hasta Ibiza, para medirse a un equipo matemáticamente descendido.

Como siempre se dice, la situación del rival puede ser un arma de doble filo. Por mucho que se quiera ser profesional, sufrir un descenso tras una temporada de sufrimiento puede desembocar en dos situaciones, o bien se bajan definitivamente los brazos y se espera el final de temporada como una liberación o desaparece la presión y la angustia para mostrar ese fútbol que existe en las botas de los jugadores del Ibiza, que se habrá visto atenazado por una presión que, culminado el desastre, ha desaparecido.

Más allá del rival que se va a encontrar el Albacete, Rubén Albés tiene que lidiar con sus propios problemas. Su delantero más en forma, un Juanma García deslumbrante en las últimas jornadas, cayó lesionado y puede haber dicho adiós a lo que queda por jugar. Además, el técnico tiene que recomponer su centro de la defensa ante la baja por sanción de los que estaban siendo sus centrales titulares en las últimas semanas, Djetei y Boyomo.

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