¿Qué hace con una silla rota?¿Y con una prenda de vestir que tiene desperfectos?¿Qué pasa si el transistor de la cocina deja de funcionar y la emisión va y viene? Cada vez es mayor el porcentaje de respuesta a estas preguntas que aboga por dar una segunda vida, y evitar la basura. La acumulación de residuos es una de las causas de enormes gastos energéticos y, como contraposición, surgen iniciativas sociales valiosísimas, como Repair Café.

Pone en contacto a gente que sabe y gente que quiere aprender, a manitas con aprendices, con el propósito «de reparar juntos los objetos estropeados, contar con el asesoramiento de quienes saben, compartir e inspirar», a cambio de un aporte voluntario.

No es negocio. El impulsor de esta idea, José Gil, deja claro que «no se trata de hacer reparaciones importantes, no queremos quitarle el negocio a las tiendas de Albacete». Busca cambiar conciencias.

El pretexto es reunir en un lugar, -que en esta segunda cita de Repair Café fue de nuevo el centro Ágora-, a 'reparadores' con propietarios de objetos dañados. «En la primera edición contamos con dos reparadores y pudieron poner a punto lo que trajeron cerca de una quincena de personas».

Ayer, el abanico se amplió y los ocho duchos en la reparación arreglaron «pequeños electrodomésticos», porque, aunque puede ser cualquier objeto, hay que contar con que los propietarios tienen que llevarlos hasta el lugar y devolverlos a su casa y, además, el tiempo es limitado porque la iniciativa se desarrolla de 16 a 20 horas; pero a la posibilidad de una doble vida para radios, cafeteras o planchas «de pelo o de ropa), se unió también el arreglo «de prendas de vestir, porque contamos con una reparadora de ropa, y de bicicletas, porque otro de los reparadores tiene conocimientos y se ha ofrecido».

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