Óscar Dejuán

Óscar Dejuán


Guerra y paz

12/06/2023

Los rusos tienen fama de ser los mejores novelistas del mundo. Guerra y Paz, escrita por León Tolstoi en 1869, es un botón de muestra. En ella se describe el día a día en el imperio ruso desde las Guerras Napoleónicas (1805-1812) hasta la Guerra de Crimea (1865-69), en la que participó el propio autor de la novela.
La historia rusa (y europea) nos ha sido contada como una sucesión de guerras. Los periodos de paz más parecen un armnisticio para preparar un nuevo ataque. Tolstoi se singulariza por las reflexiones psicológicas, sociales, filosóficas y religiosas que extrae de estos conflictos. A su entender la historia no la impulsan un puñado de héroes; la arrastran las masas. Estas se mueven al vaivén de movimientos culturales que en aquel periodo se gestaban en la corte de San Petersburgo. Allí pululaba la aristocracia rusa rebosante de tierras y deudas. En los bailes de salón, se concertaban los matrimonios que unían unas con otras. Las intrigas palaciegas alimentaban las guerras. Había personas (con un claro perfil psicópata) que sabía crearlas y manejarlas en su favor. La guerra formaba parte de su razón de ser y de sus ingresos. Los palacios fueron también caldo de cultivo para los masones. Aunque presumían de ateísmo, las logias masónicas crearon una nueva religión que adoraba a la Humanidad. Su misión como intelectuales consistía en manipular las masas hacia ese nuevo mundo en paz que nunca llegaría. Las imágenes desgarradoras de la guerra entre Rusia y Ucrania me han recordado la novela de Tolstoi. Cuando la guerra se convierte en parte de la vida de personas y pueblos su desenlace se va alejando, como se aleja el horizonte a medida que caminamos. La mente humana se acostumbra a las atrocidades humanas. Cada vez hay menos gente que se extrañaría de una nueva guerra nuclear. Lo importante es estar a salvo.


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