Editorial

La guerra de Ucrania y la necesidad de alcanzar la paz

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El terror se apodera de las noches en muchas ciudades ucranianas. Los continuos bombardeos con misiles y ataques con drones no tripulados están golpeando al país con gran virulencia durante las últimas semanas. Rusia, que ha logrado conquistar la devastada y apocalíptica Bajmut gracias a los mercenarios del grupo Wagner, está envalentonada y ha recrudecido su ofensiva más aún desde que el G7 y, después, la propia UE dieran luz verde al envío de cazas F-16; una reivindicación de Zelenski que lleva aparejada la promesa de que no atacará territorio ruso con ellos. La escalada de violencia es evidente. Moscú no tienen intención de rebajar la intensidad de sus ataques, el del viernes fue el número 13 del mes de mayo, y sus objetivos no son sólo militares; en Dnipro se cebaron sobre un hospital.

La invasión rusa de Ucrania se ha convertido en un laberinto sin salida, donde la comunidad internacional no consigue tender puentes para que el conflicto, que según la ONU ya ha podido costar la vida de más de 7.000 civiles, termine de una vez. Los intentos de involucrar a China como mediador o el plan secreto que maneja el Vaticano para alcanzar la paz en la zona han sido infructuosos y la guerra se encamina de manera inexorable a perpetuarse durante años. Ayer mismo, el vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, Dmitri Medvédev, consideró que el conflicto se puede prolongar décadas, al mismo tiempo que criticó a los aliados de Ucrania por seguir rearmando a Kiev, advirtiendo que están subestimando la capacidad de Moscú, ya que en "cualquier momento" podría emprender un ataque preventivo nuclear contra los países que suministren aviones y "quizá" armas nucleares.

Es evidente que Putin, respaldado por países como Irán, no tiene intención de parar una invasión que atenta contra todos los tratados internacionales y que pisotea de manera constante los derechos humanos, pero, llegados a este callejón sin salida, cada día se hace más necesario que se abra una vía diplomática que pueda sentar las bases para que, más pronto que tarde, se pueda poner fin a la guerra. Es un error que los esfuerzos se centren únicamente en dar apoyo militar a Ucrania. La política de suministrar armamento para garantizar la defensa de Kiev ante la brutal invasión rusa está justificada, aunque ha de combinarse paralelamente con un plan de paz justo que surja de una profunda reflexión y que sirva para alcanzar un acuerdo entre las partes que frene esta espiral de muerte y destrucción.