Vivos en la memoria tras dos décadas del Yak-42

Josechu Guillamón
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El recuerdo de los albacetenses Juan Pedro Tornero y José Israel Ferrer, fallecidos en el accidente más grave de las Fuerzas Armadas, sigue vivo en sus familias, en el 20 aniversario de su muerte

Imagen del día que se realizó la exhumación de los cadáveres de José Pedro Tornero y José Israel Ferrer. - Foto: Arturo Pérez

El 26 de mayo de 2003 el avión Yakolev 42, en el que viajaban 62 militares españoles, entre los que había dos albacetenses, el sargento Juan Pedro Tornero, de 31 años, y el cabo José Israel Ferrer, de 26 años, sufría un accidente en Turquía, en el que todas las personas que viajaban en el aparato (los españoles, 12 tripulantes ucranianos y un ciudadano de origen bielorruso) perdían la vida. 

 El contingente volvía desde Afganistán hacia la base de origen, en Zaragoza, cuando se precipitó antes de tomar tierra, para hacer una escala de repostaje en Trabzon, dando origen a una de las mayores tragedias de la reciente historia militar española.

Dos décadas después de su muerte, las familias de estos dos albacetenses siguen manteniendo su recuerdo vivo, pero a pesar de los años aún queda el dolor por unas muertes que todavía les cuesta entender.

Responsabilidad La hermana del cabo José Israel Ferrer, Elvira, señalaba ayer a La Tribuna de Albacete que el resultado judicial no les terminó de satisfacer. «Judicialmente me hubiera gustado que se hubieran asumido más responsabilidades, porque había más personas responsables». 

 En este sentido, se refería al entonces ministro de Defensa, Federico Trillo. «Después de todo lo que pasó estuvo de embajador en Londres y siguió siendo un cargo importante del PP, cuando permitió la desidia de no controlar esos viajes y ese tipo de aviones. Creo que  por amor propio debería haber dejado la vida pública».

También considera que los responsables de las identificaciones de los cuerpos tendrían que haber recibido un mayor castigo por su actuación. «Fueron condenados, pero se les indultó a los pocos meses, cuando tuvieron una responsabilidad muy grande, cuando falsificaron un documento público. Mi hermano no fue identificado, eso no era real», unos recuerdos con los que no puede dejar de emocionarse, aunque hayan pasado 20 años. Por todo ello, considera que a los familiares de las víctimas «no se nos trató bien».

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