Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Sí, en agosto pasarán cosas, pero nos enteraremos tarde

31/07/2023

Alguien, alguna vez, acuñó el término 'agostidad y alevosía' para referirse a las maniobras orquestales y políticas en la oscuridad que se perpetran aprovechando las vacaciones. Ya Franco extendió la 'agostidad' al mes de julio, que era cuando hacia crisis ministeriales y designaba a su sucesor. Creo que toda nuestra clase política se ha empapado, más o menos alevosamente, del concepto de que en vacaciones conviene dar la apariencia, en La Mareta o en el silencio galaico, de estar en el 'dolce far niente', para, en el fondo, estar maniobrando desde la sombra.
Y ahora, que se sepa, la maniobra más inminente de Pedro Sánchez, nuestro hombre en La Mareta, consiste en atar para el PSOE la presidencia del Congreso, que se constituye el día 17. Las quinielas sobre nombres de posibles sustitutos (o no) de Mertixell Batet se disparan: los tiempos los marca la Cámara Baja, y eso puede ser clave para la investidura (o no) del actual presidente y aspirante a lo mismo. Así que los socialistas necesitan ocupar ese sillón.
Me soplan por ahí que ahora las relaciones de Sánchez con Batet no son tan excelentes, o no lo eran, al menos, hace un mes, cuando las encuestas lo daban todo por perdido para el PSOE. En el PSOE hay quien apuesta por un rostro nuevo, que Sánchez impondría de entre los suyos, a base de asegurarse el voto en la Mesa de ERC, PNV y... Junts. Los dos partidos catalanes tendrán grupo propio, pese a no llenar todos los requisitos, y eso les posibilitará tener mucha más voz en los debates (incluyendo el de investidura), derecho a réplica, intervenir semanalmente en las sesiones parlamentarias de control...y gozar de un cierto presupuesto. A cambio, es muy probable que los independentistas catalanes se unan a peneuvistas y Bildu para garantizar que Sánchez designe a 'su' presidente/a del Congreso. Una figura clave en la ordenación de los debates que, ya digo, puede o no ser Meritxell Batet, pese a que ha demostrado una fidelidad absoluta a los 'diktats' del Ejecutivo.
Claro, las conversaciones, quizá aún no negociaciones, entre todas las partes implicadas se están produciendo ya de extremo a extremo, pero, como era de esperar, los ciudadanos de a pie no nos enteraremos hasta que todo, incluyendo quizá una propuesta de reforma de la Ley de Amnistía de 1977, se haya consumado. Esa reforma ya fue presentada por los grupos nacionalistas y por Podemos en 2018, pero solo referiéndose a los delitos del franquismo, y fue rechazada por el PP, el PSOE y Ciudadanos. Ahora, las cosas han cambiado mucho, y Puigdemont exige, a cambio de su hipotético 'sí' a la investidura de Sánchez, la amnistía de nada menos que cuatro mil implicados en el 'procés' independentista, algo que la Constitución parece no admitir, según la mayoría de las interpretaciones. A ver qué dice, en su caso, el Tribunal Constitucional.
De momento, silencio de los líderes políticos ante los micrófonos de los medios y, en cambio, mucha expresividad en los 'teléfonos rojos' en esta agostidad tan atípica. Y cierto hermetismo en el campo del Partido Popular, donde la distancia con el socio posible, Vox, es ya sideral. Feijoo, dicen que desmoralizado, calla, pero hablan algunos de sus 'barones', como Juanma Moreno Bonilla, y recomiendan alejarse de Vox como primera estrategia. Si el partido de Abascal adoptase una posición patriótica, renunciando públicamente a entrar en el gobierno presido por Feijoo, quizá este recibiese algún apoyo imprescindible, como el de la diputada de Coalición Canaria, Cristina Valido. Otro nombre a apuntar, por cierto, junto al de la 'juntera' Miriam Nogueras y al del propio/a presidente/a de la Cámara, para saber el tono que adquirirá la Legislatura... Si es que hay Legislatura y no nuevas elecciones.
Pero pierdan cuidado: Abascal, el belicoso líder de Vox, ya ha dicho que, de adoptar posturas 'patrióticas', nada. Y, en el otro lado, la posición de Junts y de su líder espiritual sigue en el aire. Para mí, lo más probable, cuando entramos en agosto, son elecciones en enero, pero sé que el pronóstico es muy aventurado en este momento. Todos dicen no quererlas y, en el fondo, todos, excepto Sánchez, las quieren.
O sea, que todo está por negociar, pactar, transar, vender y comprar, llámelo como quiera. Los teléfonos rugen, pero a usted, a mí y a otros cuarenta y ocho millones de españoles no nos llaman. Nuestra opinión no interesa. Silencio, que los móviles (de ellos) arden en el tórrido verano.