Juan L. Hernández Piqueras

Juan L. Hernández Piqueras


Pecado y delito

02/02/2023

Tuvimos un Papa polaco y populista, Juan Pablo II, después llegó Benedicto XVI, intelectual y alemán, y ahora es Francisco, jesuita y argentino, dos características que se aúnan para convertirlo en un Papa dominador del verbo y locuaz. Pero el uso de la palabra en un Papa tiene que ser contenido y comedido a riesgo de que, si no es así, cada palabra simiente la polémica, como ha ocurrido cuando Bergoglio mostraba una opinión controvertible en el tema de la homosexualidad y en la que pareció dar una de cal y otra de arena afirmando que la homosexualidad no es un delito, pero sí un pecado, lo que no deja de ser algo delicado adentrándose en un intricado jardín. Eso sí el Papa añade de inmediato que las personas homosexuales también son hijos de Dios. Las reacciones ante la opinión papal no tardaron en producirse rápidamente, por lo visto en este caso el Papa no habla ex cathedra, y una de las más sorprendentes de esas reacciones vendría de la propia Conferencia Episcopal Española y en palabras de su secretario general García Magán, al afirmar que «ser homosexual no es ni un delito ni un pecado». 
La realidad es que la homosexualidad hoy sigue siendo un delito en según qué países y sus correspondientes legislaciones, mientras que lo de que sea o no pecado ya no depende de las leyes terrenales. Lo que está claramente demostrado es que ya sea en forma de opinión o con más fundamento teológico, toda palabra de un Papa tiene una evidente repercusión y abre, como es el caso, a un interesante debate a la moral católica en cuestiones todavía sin cerrar tras más de dos mil años de cristianismo, la confusa línea divisoria entre pecado y delito.