El viernes cortinas de agua y tormentas con aparato eléctrico salpicaron la provincia de Albacete y, allí donde cayeron, saciaron la sed de la tierra que lleva meses sin ver una gota de agua. Es el sino de la España seca, esa que se sitúa en la parte sur y este de la Península Ibérica. La situación es extrema para gran parte de los cultivos, no ya sólo con plantas de ciclo anual, como puedan ser los cereales, sino otras que marcan el paisaje de esta Mancha que cada vez se parece menos a esa que recorrió Don Quijote y Sancho. Almendros y vides atraviesan una primavera complicada, porque está en juego hasta la supervivencia de los propios árboles. Esas gotas de agua son maná para la naturaleza, pero no son suficientes para paliar el déficit hídrico que padecemos.
Aunque todavía no hay restricciones de abastecimiento, los ciudadanos deben ser conscientes de la situación y debemos comenzar a realizar un uso responsable del agua, porque, si los pronósticos más desastrosos se cumplen, nos espera un verano muy caluroso y seco, sobre todo seco. Este abril parece haberse tragado la primavera de sopetón y hemos pasado del invierno con temperaturas bajo cero a calores más propios del mes de junio. Como decía la canción de Joaquín Sabina alguien nos robó el mes de abril y pone en entredicho que mayo, que ya llama a las puertas, pueda ser «florido y hermoso».
Esperemos que este acaloramiento meteorológico no se traslade al plano político, porque todas las partes prometen una campaña electoral limpia, mientras se dan puñaladas de guante blanco... y esto no ha hecho nada más que comenzar.