Antídoto para un monstruo

Diego Izco (SPC)
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Rüdiger despeja un balón en Champions. - Foto: EFE

Antonio Rüdiger es Samuel L. Jackson en Pulp Fiction, el tipo duro de mirada incendiaria y gesto impasible que lleva una cartera en la que puede leerse «Hijo de p… peligroso», como se tradujo aquí. Más atleta que futbolista, más futbolista que actor, más actor que simple mortal. 'Rudi' interpreta un papel sobre el césped y fue el 'secundario de lujo' perfecto para anular el influjo del gran actor principal del Manchester City: Erling Braut Haaland.   

Fue perfecto, y Ancelotti cruza los dedos para que así sea, porque el fútbol está lleno de misterios… pero también de obviedades: si Haaland es una 'bestia física', pongámosle pegado a él a nuestra mayor 'bestia física'. Compensemos sus 194 centímetros y 88 kilos con nuestros 191 y 86. Su 'monstruo' tiene apenas 22 años, el nuestro ya cumplió 30 y ha ganado muchas batallas parecidas a esa: un marcaje individual agobiante, una lapa, como si la camiseta del 'nueve' del City llevase cierre de gancho y la del alemán, bucle (las dos partes del velcro). Detrás de la maniobra no hay una genialidad táctica, sino una de esas obviedades olvidadas. Hombre contra hombre.  Que no se mueva. Que no reciba. Que no disfrute. «¿Puedes conseguirlo, Antonio?». Sea… 

Durante los 90 minutos de la ida, Rüdiger (con apenas dos faltas señaladas) logró que el noruego tocase menos balones (21) que su portero (29), que fallase el 67 por ciento de los balones jugados en campo rival, que completase apenas un disparo a puerta y un regate en todo el partido. Ni rastro del 'cyborg' que destroza récords de precocidad y lleva 52 goles en 48 duelos jugados en el presente curso.   

Un profesional

El 'antídoto' es un profesional del negocio. Un mercenario de los buenos, de los que se gana la vida sin engaños ni subterfugios. Hijo de padre germano y madre de Sierra Leona (que llegó a Alemania huyendo de la guerra civil en su país) y poseedor de la doble nacionalidad, el defensor ha forjado su carácter de plaza en plaza, de camiseta en camiseta. Pasó por cinco canteras distintas -incluyendo la del Dortmund, donde suelen 'cazar' al vuelo el talento… pero le dejaron volar- hasta recalar en la del Stuttgart, donde tuvo su oportunidad de demostrar al 'planeta-fútbol' que asomaba un central de élite para unos cuantos años. 

Estuvo cuatro temporadas en la zona media-baja de la Bundesliga, pero la Roma detectó el 'diamante': el maestro Luziano Spalletti pulió al zaguero. Ganó su puesto a otros defensas como Manolas, Fazio o Juan Jesús y el equipo se asentó en 'zona Champions' (fue tercero y segundo los dos años de 'Rudi' en la capital italiana). El Chelsea, que despedía ese curso a su gran capitán (John Terry), necesitaba otro líder en el eje. Antonio Rüdiger asumió parte de los galones y disputó más de 200 enfrentamientos en Stamford Bridge (202) en cinco campañas.  

En el Real Madrid post-Ramos, Carlo Ancelotti ya tenía diseñada su pareja perfecta. 'Poli malo' (Militao) y 'poli bueno' (Alaba), un destructor como pocos en el mundo y un constructor fino y experimentado. Y con eso sigue a muerte el italiano, pero las lesiones del austríaco y las ausencias puntuales del brasileño han abierto pequeñas puertas para que el 'sargento Rüdiger' emerja con exuberancia en cada competición. Son más de 3.500 minutos repartidos en 48 choques (73 por encuentro), titular en 36 de ellos. Tipo ferozmente comprometido con cualquier causa que se lance de cabeza contra el racismo, Antonio fue un 'chollo' en el mercado -llegó libre el pasado verano-, no fue una petición de Ancelotti… y, sin embargo, hoy es una figura imprescindible para entender las opciones merengues de meterse en otra final.