Son ya muchas las voces que se alzaron contra la maestra que pide a los progenitores que no se celebre el Día del Padre, sino el Día del Ser Especial, debido a los nuevos tipos de familias que surgieron. Aparte ya de las indignaciones y risas generadas por esta patochada, la anécdota es más preocupante de lo que creemos. La sugerencia de la maestra, que además debe centrarse en educar a sus alumnos, no en adoctrinarlos, supone que una minoría de la sociedad quiere imponer su realidad a una mayoría que, además, les respeta. Este caso me suena a una acción más de ingeniería social contra la familia tal y como la conocemos hoy para que el individuo se aliene de sus vínculos afectivos, lo que supondrá que sea más maleable frente a las élites dirigentes.
Habrá que preguntar a esa maestra si en el Día de la Madre también actuará de la misma forma o su sugerencia fue promovida por un feminismo extremo, en el que los hombres son vilipendiados sin darse cuenta de que siempre serán necesarios para poder crear vida. Se llama naturaleza y es así desde que el mundo es mundo. Tratar de inventarse una realidad paralela es hacerse trampas al solitario, porque las diferencias biológicas entre sexos son evidentes, otro asunto diferente es el de la igualdad. Claro que hay que valorar a cada invididuo como persona, pero con sus circunstancias físicas y psíquicas propias. Por ejemplo, nunca podremos ganar la NBAcon unos jugadores que no sobrepasen el metro y medio de altura, como tampoco vencerá un jockey de 2,10 metros una carrera de caballos. La lógica y el sentido común deben prevalecer para entender nuestra sociedad. Me gustaría saber la tipología de familias de los alumnos de esa maestra, a lo mejor nos llevábamos una sorpresa y no había tantas clases distintas. Mientras tanto, queridos padres, siéntanse, además, seres especiales.