«Tienes que buscar un equilibrio entre reconocer y descubrir»

A. Díaz.
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El almanseño Óscar Martínez es doctor en Bellas Artes y licenciado en Historia del Arte. El autor de 'Umbrales' y 'El eco pintado' es actualmente profesor en la EASD de Valencia

Óscar Martínez. - Foto: Arturo Pérez

La mirada de Óscar Martínez sugiere nuevas perspectivas para acercarse a una obra de arte. El autor de Umbrales presenta ahora El eco pintado y comentó a La Tribuna de Albacete cómo es ese encuentro con cuadros dentro de cuadros, espejos y reflejos en el arte.  Su presentación oficial será el 18 de mayo, a las 19 horas, en la Casa de Cultura José Saramago. 

Después de cuatro ediciones y cuatro traducciones de Umbrales, vuelve con El eco pintado. ¿El punto en común de ambos es el enfoque?

Claro, tienen como punto en común mi enfoque, mi punto de vista sobre cómo comentar, en Umbrales la arquitectura, y en El eco pintado, la pintura. La idea es centrarme en detalles que, a lo mejor, puedan pasar desapercibidos para algunas personas. Con respecto a Umbrales, fueron las puertas, porque en ocasiones en los edificios las puertas no son tan apreciadas, o no nos detenemos tantos y, en este caso, son elementos metapictóricos, cuadros que tienen dentro otros cuadros, imágenes que tienen otras imágenes. Esos detalles a mí me sirven para hacer un libro similar, más o menos, el mismo número de páginas y capítulos y el mismo enfoque. A quien le gustó Umbrales, creo que le gustará El eco pintado, en el sentido de ese acercamiento, entiendo que original, a la pintura. 

¿En qué sentido?

Bueno, mezclando arte, viajes, con reflexiones personales, con temas de actualidad, así como con referentes de la cultura contemporánea o la cultura pop, etc.

¿Por qué se fijó en esos cuadros dentro de cuadros?

La metapintura es un recurso que los artistas han usado desde hace siglos para enriquecer el significado de las obras. Al incluir una imagen dentro de otra, las posibilidades de interpretación se multiplican. No tiene nada que ver un cuadro que simplemente representa un paisaje con un cuadro que, a su vez, tiene dentro otro cuadro. Hablamos de elementos que enriquecen muchísimo y a mí me llamó siempre la atención, me ha parecido curiosa esa especie de muñecas rusas que contienen a otras y hace dos años decidí, en un momento determinado, que el proyecto en el que me iba a embarcar iba a ir por ahí, directamente porque además, la metapintura es muy variada. Hay metapintura religiosa, simbólica, autorreferencial, una gran cantidad de posibilidades que me permiten elegir 23 obras y disfrutar con ellas.

¿Cerró mucho ese foco?

Me propuse unos parámetros a la hora de elegir las obras y no se han quedado tantas fuera. Primero, decidí que ningún autor tuviera más de una obra, con un capítulo dedicado, y eso hizo que encontremos obras importantísimas que, en principio no tienen un capítulo, aunque luego se hable de ellas. Después, decidí no centrarme solo en cuadros que tienen dentro otros cuadros, también en espejos, tapices, tejidos, y por último, cuadros que tienen dentro imágenes sobre papel. Al querer incluir toda esta variedad, no creas que ha sido tan difícil elegir, porque hay muy pocos cuadros con fotografías dentro y no ha demasiados con tapices o tejidos. La selección se ha hecho casi sola. 

¿Cuál es el más antiguo?

El más antiguo es un mosaico de época romana, inspirado en una pintura, seguramente griega, de una mujer. El más moderno, 2.000 años después, una obra de Richard Estes, un pintor fotorrealista, casi 2.000 años de historia de la pintura que están concentrados.

¿Los clásicos también?

También. Como en Umbrales, intento que el lector reconozca algunas obras y descubra otras, hay que buscar un equilibrio. Aquí hay pintores muy conocidos, Picasso, Van Gogh, Gauguin, Vermeer, el Greco, pero luego hay otros no tan llamativos, como Sofonisba Anguissola, Helena de Egipto o Joos van Cleve. Hay un juego y al igual que en Umbrales pasaba por puertas que no todo el mundo se esperaba y así podía descubrir cosas a los lectores. Tienes que buscar siempre un equilibrio entre reconocer y descubrir y ahí está un poco el juego de El eco pintado y creo que va a resultar más familiar porque la pintura está más en nuestra cultura y hay autores que conocemos muchísimo. 

 

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