«Martínez Sarrión figura como un escritor esencial»

A.D
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La segunda jornada del Congreso Homenaje a Antonio Martínez Sarrión se trasladó a la Facultad de Educación, con importantes ponencias como la que llevó a cabo Juan Bravo Castillo, catedrático, escritor y codirector de Barcarola

Juan Bravo, junto a Carmina Belmonte. - Foto: Rubén Serrallé

La segunda jornada del Congreso Homenaje a Antonio Martínez Sarrión se trasladó a la Facultad de Educación, con importantes ponencias como la que llevó a cabo Juan Bravo Castillo, catedrático, escritor y codirector de Barcarola. Amigo personal del homenajeado, presentado por Carmina Belmonte, habló sobre Infancia y corrupciones, así como Una juventud: construcción, deconstrucción del yo.

¿Por qué es tan importante para la literatura española y albacetense Antonio Martínez Sarrión?

Es un hombre realmente importante por su visión del mundo, fue un poeta adelantado a su tiempo y nos dio una sorpresa tremenda al publicar su autobiografía, un hito importante porque la autobiografía es un género muy denostado en España que empieza a valorarse, sobre todo a partir de obras como Coto vedado, de Juan Goytisolo; Infancia y corrupciones de Martínez Sarrión; o Tranvía a la Malvarrosa, de Manuel Vicent. Yo no soy especialista en poesía y eso lo explicó muy bien Juan Carlos Gea, cómo trascendió el tema de los novísimos. Va mucho más allá. 

Un congreso homenaje totalmente merecido, como señalan todos los ponentes. 

Sin duda, merece la pena este congreso universitario donde participan compañeros suyos. Es un acontecimiento importante para Albacete porque trata de subrayar por qué Antonio Martínez Sarrión figura como un escritor esencial de la literatura española actual. No sé que pasa, porque prácticamente, figuras como Cela, Umbral o Torrente Ballester van quedando sumidas en el olvido, no sé si por culpa de las editoriales, pero  en este caso, me parece un acierto muy grande situar bien a este hombre, una personalidad esencial como poeta y narrador, ensayista o traductor, no nos olvidemos tampoco. Martínez Sarrión fue un autor muy completo, un intelectual de su tiempo, amante del cine, con una cabeza privilegiada.  

¿Qué nos puede decir de Infancia y corrupciones?

Hable sobre Infancia y corrupciones y Una juventud. El primero, Infancia y corrupciones se sitúa en Albacete y más que un libro de memorias, es más autobiográfico. Aquí, destaca la perspectiva es el yo, cómo crece, cómo va encontrando las verdades y se va haciendo hombre. Es un libro fascinante en ese aspecto, centrado en Albacete, pero habla de las raíces de su familia, con una prosa fantástica. Él es un niño de la victoria, nace en 1939, en la Plaza Mayor. El libro es muy complejo, de una riqueza extraordinaria, y habla, por ejemplo, de cómo es la vida de Albacete. También habla del instituto de enseñanza media, cuando solo había uno en la capital, al que fue nuestra generación. Ese es otro capítulo maravilloso, te diría que tiene momentos  absolutamente magníficos, cuando habla de los amigos,  sin duda, como Godofredo Giménez.  

Un descubrimiento de ese Albacete de los 50.

Se sitúa primero en provincias, en Albacete, luego va descubriendo y ampliando, de tal manera que en el primer tomo termina con su viaje a Madrid, de final del Bachiller. En el segundo volumen contará la etapa de la Universidad de Murcia, donde estudia Derecho, donde cambia la perspectiva un poco. Allí tendrá un amor tremendo y luego vendrá el descubrimiento de Madrid; como el chico de provincias que va a conquistar Madrid. El título, del primer volumen, Infancia y corrupciones, creo que en cuanto a las corrupciones, debemos fijarnos más en el sentido roussoniano del término. Yo hablaría de infancia y formación.

Era un gran lector.

Sin duda, Martínez Sarrión era un lector voraz. La base de su cultura está en su memoria y en la voracidad con la que lee, todo lo que está a su alcance. Pinta espléndidamente al personaje encargado de la biblioteca del instituto, al que conquista con su amabilidad. También habla con devoción fervorosa de sus profesores de la época. Ambos libros son de una riqueza tremenda, con una prosa de gran solidez y una escritura clásica. Él me decía que a las personas que no somos Cela, Torrente Ballester o Ionesco, nos hace falta una escritura lo suficientemente consistente para que el libro tenga un futuro asegurado, y, claro, él lo logró.