Comienza el juicio por el crimen de la vendedora de la ONCE

Josechu Guillamón
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La Fiscalía pide prisión permanente revisable para el acusado

Imagen de la vivienda del acusado, donde se produjo el crimen. - Foto: J. G.

La Sección Segunda de la Audiencia Provincial acogerá a partir del próximo lunes el juicio contra el hombre acusado de acabar con la vida de la vendedora de la ONCE, María Isabel de la Rosa Cozar, para el que la Fiscalía solicita una pena de prisión permanente revisable por un delito de asesinato y un año de cárcel por un delito de hurto.

Además el Ministerio Público también solicita un total de 190.000 euros para indemnizar a los padres y hermanos de la víctima. 

Según el escrito de acusación de la Fiscalía, el acusado A.G.S., de nacionalidad española, nacido en 1967 y con antecedentes penales cancelables, mantenía desde hacía años una relación de amistad con María Isabel de la Rosa, de 44 años, vendedora de la organización Once.

El acusado y María Isabel coincidían en los locales a los que ella iba a vender los cupones de la Once y en algunas ocasiones habían tomado alguna cerveza juntos. Por esa relación de amistad, María Isabel, en algunas ocasiones le daba a A.G.S. los cupones y rascas que jugaba, comprometiéndose este a pagárselos con posterioridad. Como consecuencia de lo anterior, a mediados de agosto de 2021, A.G.S. adeudaba a María Isabel 50 euros por lo que, el día 19 de agosto, sobre las 16,11 horas, llamó al móvil de la vendedora y le propuso que pasara por su casa, ubicada en Albacete, con el fin de abonarle el dinero que le adeudaba.

Al recibir la llamada, la víctima, que conocía la dirección de A.G.S. y que se encontraba cerca de la misma en ese momento, se dirigió al domicilio de este llegando a los pocos minutos.

Una vez en la casa de A.G.S. estuvieron hablando y tomando una cerveza, abonándole A.G.S. los 50 euros que le debía. A.G.S. le pidió entonces a María Isabel abrir algunos de los cupones que llevaba para su venta, algo a lo que ella accedió.

Cuando A.G.S. había consumido una cantidad importante de cupones, por importe de más de 200 euros, María Isabel le dijo que tenía que pagárselos, manifestando A.G.S. que no tenía dinero lo que dio origen a una discusión entre ambos.

En un momento dado, A.G.S. le propinó un empujón a la mujer que hizo que esta, por los problemas de movilidad que padecía, cayera al suelo. María Isabel le dijo al acusado entonces que lo iba a denunciar y el investigado, con ánimo de causarle la muerte, aprovechando que ella estaba en el suelo, sin poder levantarse y sin posibilidad alguna de defensa, se puso encima de ella a horcajadas y, mientras le sujetaba los brazos con las rodillas, la cogió por el cuello, apretándole durante varios minutos, hasta que consiguió asfixiarla causándole la muerte.

Ocultó el cadáver.

Una vez Andrés comprobó que María Isabel estaba muerta, envolvió el cadáver en unos plásticos y lo llevó a una de las habitaciones de la casa. El día 20, A.G.S. encargó en una empresa de azulejos ladrillos del nueve, cemento y arena y, el día 23 de agosto, como quiera que necesitase más material, llamó a un conocido, A.A.M., para que le acompañara en el
coche a comprar unos sacos de cemento y de arena.

Una vez dispuso del material, A.G.S., en una habitación pequeña, situada tras un patio interior y destinada a almacenar material, procedió a construir con el material que había comprado un habitáculo de pequeñas dimensiones en el que ocultó el cadáver, cubriéndolo con ladrillos y cemento tratando de evitar que el cadáver de María Isabel fuera descubierto y que se produjeran olores que pudieran delatarlo.


A.G.S., introdujo en el mismo montículo algunos de los rascas que había consumido ese día, así como el móvil, el TPV que usaba la vendedora y el chaleco de la Once. A.G.S., antes de esconder el cadáver, le cogió a María Isabel los 50 euros que él había entregado con anterioridad y el resto de dinero que la misma llevaba en efectivo, procedente de la venta de cupones y rascas que había efectuado esa mañana.

El acusado, con idéntico ánimo de lucro, se quedó también con el resto de los cupones que llevaba su víctima, y que no habían sido usados, guardándolos en distintas estancias de la casa.
María Isabel tenía 44 años y vivía con sus padres, J.M.R.G. y R.C., y con su hermano J.M.R.C. en Albacete. Tenía otra hermana, M.D.R.C., que vivía independiente del resto de la familia en otro domicilio. María Isabel tenía diagnosticada una hemiplejia derecha por parálisis cerebral mixta de etiología sufrimiento fetal y una inteligencia límite por parálisis cerebral en forma hemipléjica de etiología no filiada, patologías por las que tenía reconocida una minusvalía del 70 %.

A.G.S., con ánimo de obtener un ilícito beneficio se quedó para sí los distintos boletos de apuestas, "rascas" que llevaba la fallecida y los guardó en distintos lugares de la casa donde fueron encontrados por la policía. El valor de esos boletos, según informa la organización Once, asciende a 1.704 euros. El acusado, además de los 50 euros que le había dado a la fallecida, también se quedó con el dinero de la recaudación que María Isabel había hecho ese día por un importe de 163 euros.