El BuenoArenas Albacete Basket tiene cada vez más difícil la permanencia en la Liga LEBOro tras cosechar su quinta derrota consecutiva, segunda seguida en casa, a manos del Ourense Baloncesto, que de esta forma escapa de los puestos de descenso.
El partido fue una reedición de otros ya vistos en el Pabellón del Parque, jugado con una gran irregularidad, aprovechando las rachas del viento a favor y con escasa respuesta cuando sopla en contra, en especial unos últimos minutos en los que los verdinegros volvieron a perder otra gran oportunidad.
Entró bien al partido el equipo de David Varela, con dos canastas consecutivas de Iván Aurrecoechea (el único que estuvo a la altura junto a Guillem Ferrando) que dieron una ventaja incipiente que se evaporó de inmediato. Una defensa defectuosa y una precipitación inexplicable en ataque dibujaron un primer parcial desastroso que solo palió un triple de Ferrando sobre la bocina.
Las malas sensaciones se prolongaron en el arranque del segundo cuarto en el que el Baloncesto Ourense, que por momentos se paseó como Pedro por su casa en la zona verdinegra, alcanzó su máxima ventaja (21-33), pero su obsesión por los triples le llevaron al error continuo lo que aprovecharon los locales para, a base de pico y pala, darle la vuelta al marcador para llegar al descanso con una ventaja (39-35) que, como se comprobó después, era ficticia.
El talento de Ferrando dejó dos o tres pinceladas exquisitas que Aurrecoechea no desaprovechó y el Albacete Basket gozó de su mayor ventaja (44-37) al comienzo del cuarto también reflejo de cierta mejoría defensiva. Pero la falta de continuidad dio paso a otra buena racha, en este caso de los visitantes, que condujeron a otear los 10 últimos minutos con todo por decidir (53-56).
No fue fácil de predecir la suerte final del encuentro en vista del arranque del último parcial. El Albacete Basket peleaba por cada balón (impecable su actitud, eso sí) y se confiaba al joven base valenciano para construir sus acciones ofensivas. Con 63-59 a falta de seis minutos emergió la esperanza de romper con el mal fario, pero el cuadro albaceteño volvió a cometer errores que, de forma paralela a las discusiones con los árbitros, acabaron por condenarle en el tramo final.
La derrota inaugura una cuenta atrás en la que los verdinegros ya han perdido la mayor parte de su margen de error, y más cuando sus rivales directos comienzan a alejarse en una competición en la que ganar un partido cuesta sangre, sudor y lágrimas.
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