La batalla por alcanzar la Presidencia del PP afronta su segunda fase, con la vista puesta en el Congreso Extraordinario que el partido celebrará los próximos días 20 y 21 y del que saldrá el nombre del nuevo líder de los conservadores. Y lo hace con dos aspirantes de peso sobre la mesa, la vencedora de la primera vuelta de las primarias, la exvicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, y el candidato que quedó en segundo lugar en la votación, el que fuera responsable de Comunicación del PP Pablo Casado, y la incertidumbre de saber por cuál se decantarán los compromisarios populares, que serán los que tomen la decisión final.
La vallisoletana, nada más saberse ganadora en la votación de los afiliados e inscritos celebrada el pasado jueves, empezó a hablar con barones y cargos territoriales del partido para llegar al cónclave con una candidatura de unidad. En su mente está poder sumar a su proyecto al palentino ya que, a su entender, la militancia merece un esfuerzo de integración.
Para lograrlo prometió actuar con «generosidad», una hoja de ruta que pasa por tentar a Casado con un papel de peso en el partido con un puesto como la Secretaría General de la formación. Sáenz de Santamaría reivindica que en el ADN del grupo está que la voz cantante la lleve la lista más votada, es decir, la suya.
Sin embargo, el palentino no está dispuesto a ponérselo fácil, y ya ha advertido que no sumará fuerzas con ella y que su intención es llegar hasta el final defendiendo su proyecto, en el que se presenta como el único capaz de reformular el centro-derecha en España y volver a hacer del PP el partido de los 11 millones de votos.
Además, recuerda que su lista fue la segunda más votada por una diferencia no muy abultada de sufragios, que rondó los 1.200, y que más de 60 por ciento de la militancia confió en otros proyectos diferentes al de la exvicepresidenta.
Casado enarbola la bandera de la renovación, ese aire fresco que, a su juicio, necesitan los populares para reconquistar La Moncloa. Defensor a ultranza de sus mentores políticos, reivindica el legado de sus predecesores, José María Aznar y Mariano Rajoy, pero llama a la regeneración «haciendo cosas nuevas y no con la gente de siempre».
Sáenz de Santamaría, por su parte, encarna la experiencia en el Gobierno, y una trayectoria política al más alto nivel en los últimos Gabinetes de la formación, así como un papel firme y prominente en la gestión del desafío independentista de Cataluña. Un bagaje que la hace conocedora de la importancia de que el PP salga reforzado y unido del Congreso Extraordinario, con la vista puesta en las próximas citas con las urnas.
De ahí su interés por alcanzar una lista única en el cónclave, que evite fracturas en un grupo que siempre ha hecho gala de ser una piña en sus valores democráticos como gran arma a la hora de enfrentar a sus adversarios políticos.
Faltan menos de 10 días para saber si será la vallisoletana o el palentino el relevo de Rajoy, y cada hora cuenta en esa carrera de fondo. Un duelo en el que todos tienen en mente la reconquista de La Moncloa, y en el que el partido decidirá si será una mujer la primera en intentarlo o, por contra, un joven dispuesto a luchar hasta el final.
Soraya Sáenz de Santamaría quiere ser la jefa
Tras casi dos décadas a la sombra de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría ha puesto esta semana sobre la mesa sus propias credenciales para convertirse en la jefa del PP y lo ha hecho con un triunfo en la primera vuelta del proceso para elegir al nuevo líder del partido.
No ha sido una victoria holgada sobre su inmediato seguidor, Pablo Casado, pero sí sobre la que muchos dirigentes en el PP consideran como su enemiga íntima, la número dos del partido, María Dolores de Cospedal.
En estas vertiginosas semanas en el PP, tras el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez que desalojó a Rajoy de la Moncloa, no han faltado las voces que apuntaban que Sáenz de Santamaría y Cospedal se presentaban a estas primarias solo porque se presentaba la otra. Aunque lo cierto es que la campaña ha sido de guante blanco en este sentido, habrá que ver qué pasa en los próximos 15 días hasta el congreso extraordinario, en el que la última palabra la tienen los compromisarios.
Desde su candidatura siempre se ha dicho que tuvo pensado presentarse desde el primer momento, al margen de quién más lo hiciera, convencida de que solo ella es capaz de ganar a Sánchez en las urnas. Esa ha sido precisamente la idea fuerte de su discurso en estos días, en los que se ha presentado como la mejor candidata posible a La Moncloa con el aval de su experiencia en el Ejecutivo.
Ha desarrollado una campaña sencilla, sin grandes actos y con una presencia activa pero no abrumadora en redes sociales, y no ha entrado en polémicas con sus rivales, dentro de su estrategia de hacerlo todo en positivo, sin meterse con nadie, porque los adversarios no están dentro del PP.
Pablo Casado el joven que enarbola la regeneración
Pablo Casado dio la campanada la noche del pasado jueves, al convertirse en el segundo aspirante más votado por los militantes del PP en la carrera para sustituir a Mariano Rajoy en la Presidencia del partido, muy por delante de la que era su jefa hasta ahora, la exministra de Defensa María Dolores de Cospedal.
Ni su cuestionado máster ni las presiones que había recibido en los últimos tiempos, según él mismo denunció reiteradamente durante la campaña, hicieron finalmente mella en su candidatura, que quedó a unos 1.600 sufragios de distancia de la ganadora, la que fuera vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría. De hecho, Casado arrasó en Madrid y triunfó en otros territorios a priori hostiles, como Valencia.
Y es que, hasta el último día de campaña, el político palentino insistió en que había «presiones» por parte de otros aspirantes que le estaban perjudicando, incluidos los pronunciamientos públicos de algunos dirigentes provinciales y regionales, que se decantaron por alguna de las opciones contra las que competía.
Casado ya ha avanzado que no es partidario de la integración después de esta primera vuelta y que prefiere que las dos candidaturas más votadas acudan al Congreso extraordinario programado para los días 20 y 21 de este mes.
Bajo esa premisa, se da por hecho que los compromisarios tendrán que decantarse entre Sáenz de Santamaría o él, en un cónclave que podría ser a cara de perro.