Cristian Pérez triunfa en su alternativa en Hellín

P.B.
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El torero logró cobrarse tres orejas en el coso hellinero, mientras que Serrano y el Fandi se llevaron un trofeo cada uno en una corrida que tuvo buena presentación pero distinto juego

Cristian Pérez triunfó en Hellín. - Foto: J. Alvarado

Muy Jabatón, era el nombre del toro con el que Cristian Pérez se convirtió en matador de toros, el número 69 de la historia de la  Tauromaquia albacetense, un toro serio por delante, de pelo castaño claro, que le sirvió al  nuevo matador para declarar sus intenciones de que viene en serio. Lo recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio, medido en el caballo y bien lidiado por David Adalid. Lo quitó por saltilleras y comenzó de rodillas, donde el animal le avisó del pitón izquierdo, metiéndose por dentro, sin que el torero hiciese caso, por lo que le dio una voltereta cuando se empeñó en torearlo al natural. En redondo el toro embistió con franqueza y la aprovechó Cristian mandándole con la muleta muy baja, volviendo al natural, porque no quiso que el toro se fuese sin torearlo por ese pitón. Conectó con el tendido de verdad y logró componer una faena con muletazos templados a pesar del viento. Lo mató de una buena estocada y las dos orejas del toro fueron a parar a sus manos.

Manso y arreando salió el que cerraba la tarde, poniendo en apuros a la cuadrilla, apretando en banderillas. No se amilanó Cristian, que le plantó cara, sin dudarle nunca, aguantando arreones y embestidas poco claras, pasándolo con firmeza y llevándolo muy largo mientras el toro mantuvo el recorrido, ya que en los últimos compases se quedaba corto. Faena vibrante que caló con fuerza en el tendido, terminando con pinchazo y casi entera, cortando otra oreja.

Poca historia tuvo el primero del lote del Fandi, un toro al que le dieron dos puyazos, el primero en el caballo que hacía la puerta y que llegó ya parado al tercio de banderillas, que el torero cubrió con la solvencia que le caracteriza. En la muleta el toro se desplazó con dificultad y sin clase, pinchándolo antes de cobrar una estocada baja que lo hizo rodar sin puntilla. Palmas.

El cuarto tuvo genio y prontitud, aunque su embestida no fue clara, sin venir metido en la muleta. Brilló especialmente en un segundo par de banderillas de poder a poder, asomándose al balcón con compromiso, llegando a la muleta, desarrollando el genio sin que fuera fácil templarlo, aunque a pesar de todo, le cuajó una faena correcta, matándolo de una estocada, que le valió una oreja, con petición de la segunda, que la presidencia, con buen criterio, no concedió.  

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