«Zenobia Camprubí luchó por los derechos de la mujer»

Antonio Díaz
-

La asociación Aluex continúa con su ciclo de conferencias en el salón de actos de la Delegación de Educación de Albacete. Emilia Cortés Ibáñez, doctora en Filología Española, habló sobre Retrato de Zenobia Camprubí

Emilia Cortés Ibáñez. - Foto: Arturo Pérez

La asociación Aluex continúa con su ciclo de conferencias en el salón de actos de la Delegación de Educación de Albacete. Emilia Cortés Ibáñez, doctora en Filología Española, habló sobre Retrato de Zenobia Camprubí y comentó a La Tribuna de Albacete distintos aspectos de su intervención.

Habló sobre Zenobia Camprubí, ¿una mujer olvidada, desconocida?

Es una mujer de mucha valía. Ha estado más que olvidada, desconocida. Hace muchos años que trabajo sobre ella y se debe dar a conocer, repito, porque tiene mucha valía.

¿Se conoce porque fue la mujer de Juan Ramón Jiménez?

Es mucho más que la mujer de Juan Ramón Jiménez. Casi hasta ahora, cuando hablaba de Zenobia Camprubí, la gente casi no sabía quién era, y tenías que decir que era la mujer de Juan Ramón Jiménez y entonces ya, la situaban, pero últimamente ya se conoce el nombre y la figura de Zenobia Camprubí, sin añadir, la mujer de Juan Ramón.

¿Feminista?

Zanobia Camprubí luchó mucho por los derechos de la mujer, de una manera tranquila, callada, no alborotando. Lo demostró con actos.

¿Nos puede poner algún ejemplo?

Siempre se ha dicho que era una mujer sometida a Juan Ramón. En absoluto, no fue una mujer sometida, mantuvo siempre su independencia intelectual y funcionó así con él. Siempre mantuvo una actividad al margen del trabajo con Juan Ramón Jiménez y que fue codo a codo, en la obra de él. Seleccionaba, se ocupaba del archivo, transcribía. Al margen de ese trabajo mantuvo actividades distintas, durante toda su vida.  

 Fue muy importante como traductora.

Así es, ella tradujo a Tagore. Hay que gente que decía que el traductor era Juan Ramón, pero él no tenía nivel suficiente para hacer traducciones de Tagore. Juan Ramón, lo que hizo, una vez que ella había hecho la traducción, fue limar un poco para que los textos no perdiesen la musicalidad y belleza, porque el poeta es Juan Ramón, no Zenobia, que es autora, pero de prosa.  

¿Publicaron muchos libros ambos?

Sí, con Juan Ramón Jiménez tiene todas las traducciones de Tagore, junto a otras y son alrededor de 22 libros de Tagore, durante los años 20, porque ellos se marcharon de España en 1936. Ella es muy importante, en primer lugar por sus diarios, y en segundo lugar, por su epistolario. Tenemos tres volúmenes de diarios, y además un diario de juventud. En esos diarios ella se vuelca, como en las cartas, y cuenta muchísimas cosas. Con los diarios conocemos muchas cosas sobre su forma de ser y pensar. También conocemos mucho de Juan Ramón, de la obra, el estado anímico y de su manera de ser. Son documentos muy importantes, también.  ¿Cómo son esas cartas?

Era una mujer muy prolífica y en Madrid hago la presentación del último volumen de epistolario, el tercero. Lleva ese número, pero llevo ya cinco y falta por salir uno o dos. Es una mujer muy abierta, activa y productiva, que se relacionaba con muchísima gente porque tenía muchas amistades en España y América y escribía muchísimo. Además llavaba gran parte de la correspondencia de Juan Ramón, porque tenía periodos muy prolongados de depresión, en los que no tocaba  un lápiz, para nada, y era ella la que se veía obligada a llevar la correspondencia, por eso es enormemente prolífica.  

¿Cómo es su prosa?

Correcta, sin duda. Escribe indistintamente en español e inglés, y además hablaba francés. Zenobia vive con un Premio Nobel de Literatura, forzosamente tenía que tener una buena escritura. 

¿Fue muy importante el exilio en ese trabajo?

Sí, ahí cuenta todo, incluso por qué cambiaban de Estado. Estuvieron en el exilio desde 1936 hasta su muerte. Ella en 1956  y él casi dos años después y sólo volvieron sus féretros al cementerio de Moguer. Los 20 años de exilio lo pasaron en diferentes lugares, durante la guerra, en Cuba, después se fueron a Miami,  Washington, Maryland. Por la enfermedad de él, porque los médicos le recomendaron que fuesen a un país donde se hablase español, porque Juan Ramón se negaba a hablar inglés, se fueron a Puerto Rico,  donde se quedaron.