La doble barrera de acceso a la salud en la prostitución

Emma Real
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Ser inmigrante e irregular dificulta al colectivo una asistencia sanitaria normalizada. 'In Género' atendió a 348 mujeres en 2023; la mayoría ejercían en pisos (59%) y tienen hijos a su cargo (96,2%)

Los preservativos son una de las medidas de prevención más eficaces ante posibles contagios de ITS o VIH. - Foto: A.R.

Toda persona tiene derecho a acceder a la prevención sanitaria y a beneficiarse de la atención sanitaria en las condiciones establecidas por las legislaciones y prácticas nacionales. Es lo que recoge el artículo 35 de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Lo refrenda el artículo 43 de nuestra Carta Magna: Se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. La ley establecerá los derechos y deberes de todos al respecto.

Ahora bien, hay colectivos a los que tener este derecho garantizado les resulta más complicado que otros. Y uno de ellos es el de las personas que ejercen la prostitución o que son víctimas de trata.

A lo largo del año pasado, la asociación In Género, que trabaja directamente con estas mujeres, atendió a 1.686 en toda Castilla-La Mancha, de ellas, 348 mujeres recibieron asesoramiento, apoyo, información o acompañamiento en la provincia de Albacete.

De toda esa actividad, una de las cuestiones que se evidenció fue «la barrera con la que se encuentran también a la hora de acceder a la salud». Para aquellas que se encuentran en situación irregular, el drama es evidente, pero para quienes no tiene que enfrentarse a esa circunstancia, a menudo lo hacen al «estigma» y los «prejuicios» por parte del sistema sanitario. 

Lo apunta Belén Jiménez Ferres, coordinadora de In Género en Castilla-La Mancha y trabajadora social en Albacete. La asociación quiere lograr una «mayor empatía» y «amabilidad» por parte de los profesionales de la salud hacia estas mujeres y ha programado, para este 18 de abril en la Facultad de Enfermería, el seminario Acceso a la salud de las personas que ejercen la prostitución y víctimas de trata con fines de explotación sexual. 

«El trabajo con esta mujeres es uno de nuestro programas clave y nos permite tener una radiografía de su situación, como que el 95% de las mujeres que ejercen la prostitución aquí son de origen migrante y, de ese total, un 37% están en situación irregular».

En 2023, la asociación visitó 58 pisos de prostitución y 12 clubes de alterne, «la mayoría de los pisos están en Albacete capital».  Y, de todas esas atenciones, «el 92% eran mujeres CIS (están de acuerdo con su género), un 5,3% eran mujeres transexuales y un 2,7% eran hombres CIS» y, respecto al lugar donde ejercían, «el 41% estaban en clubes de alterne y el 59%, en pisos». 

Doble cruz a cuestas. La media de edad de las mujeres atendidas el pasado año por esta asociación fue de 36 años y se mantienen, respecto a años anteriores, los lugares de procedencia, principalmente de América Latina (Colombia, Paraguay, República Dominicana o Brasil), pero también de Europa, sobre todo de Rumanía.

Con esta población «llevamos a cabo un programa de salud». Desde In Género quieren contar a las futuras enfermeras y enfermeros -y de ahí la organización de este seminario- en qué consiste y complementarlo con trasladar a este futuro colectivo profesional «las principales barreras en el acceso a la salud» que encuentran las mujeres que ejercen la prostitución, que son inmigrantes y que no están regularizadas, una doble cruz a cuestas.

Al tiempo, el colectivo sanitario puede ser un valioso aliado «a la hora de identificar, desde la Atención Primaria, una posible situación de trata» y, desde esta actividad programada para el colectivo de enfermería, se les quieren trasladar «algunos ítems para ayudarles en esa identificación».

Para tener una tarjeta sanitaria en Castilla-La Mancha hay que tener un empadronamiento en una dirección concreta y «las mujeres  que ejercen prostitución viven en clubes o espacios privados de prostitución, que son al fin y al cabo pisos donde la ejercen, y los proxenetas no les empadronan en estos lugares». No tener una vivienda donde ser 'localizadas' se convierte así en la primera barrera, y una de enorme peso, para ese acceso al sistema de salud.

A este reparo más físico, se une otro tope, menos corpóreo, más complicado de detectar: «el estigma, por parte de profesionales sanitarios, y especialmente en los pueblos», apunta Jiménez. En Castilla-La Mancha, en Albacete, no existe un servicio de atención a la salud sexual específico y, «para cualquier chequeo ginecológico, hay que dar la explicación primero al médico de cabecera del motivo por el que, por ejemplo, quieres tener un seguimiento de ITS (Infecciones de Transmisión Sexual».

Esto lleva a que las mujeres que ejercen la prostitución, que a menudo tratan de esconder esta condición, tengan que responder a «muchas preguntas incómodas para ellas» y que se deriva del hecho de que «hay una falta de especificidad en los servicios de atención sexual». Además, añade esta trabajadora social, «ese estigma se refuerza en las zonas rurales» donde «todo el mundo se conoce y que es más complicado mantener una cierta privacidad».

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