«Beethoven es un compositor con el que me siento identificado»

Antonio Díaz
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El Auditorio Municipal de Albacete acoge hoy, a las 19,30 horas, un nuevo concierto programado por Juventudes musicales de Albacete. José Alberto del Cerro, comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de esta cita

José Alberto del Cerro - Foto: Adrián López

El Auditorio Municipal de Albacete acoge hoy, a las 19,30 horas, un nuevo concierto programado por Juventudes musicales de Albacete, con el título Música romántica. Sus albores, su plenitud, a cargo de los pianistas José Alberto del Cerro y José Vicente Riquelme, que interpretarán, en la primera parte, el Concierto para piano y orquesta número 3 en do menor, Op. 37, de L. van Beethoven, y en la segunda parte, el Concierto para piano y orquesta en la menor, op. 54, de R. Schumann. El músico de El Jardín, José Alberto del Cerro, comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades de esta cita.  

Regresa a su tierra para ofrecer un concierto de piano.

Efectivamente, una tierra que siembre me recoge con mucha calidez, aunque no venga mucho, es muy bonito. De vez en cuando vuelvo de visita, en cuanto a actuaciones, hace un par de años, hice un concierto para Juventudes Musicales, un dúo de voz y piano y después, otro  con un amigo, con Javier, violonchelista, pero es verdad que fueron excepciones, ya que a lo mejor pasan varios años y no actúo, no por nada, es porque no se ha dado la oportunidad. Ahora actúo bastante por Murcia, que es donde estoy, y antes en Holanda, donde trabajé. Estoy retomándolo y me gusta mucho.  

Han titulado el programa Música romántica. Sus albores, su plenitud, ¿que ofrecerán?

El título, tengo que confesar que fue idea de Agustín Peiró, y la verdad es que acertó. En cuanto al programa, se va a ofrecer música e Beethoven y de Schumann, con un concierto de piano de cada uno y, efectivamente, le puso Agustín ese título porque es verdad que Beethoven es ese primer músico completamente libre y cuya música digamos supone el paso, la transición del clasicismo. El equilibrio en la música, de la más ordenada y equilibrada a esa que transmite más emociones, que simboliza, que significa cosas. Un compositor como Beethoven, sobre todo con la tonalidad, en do menor, en  la que está el concierto que se va a interpretar, es que se pone muchas veces a él mismo como personaje principal, del destino o de la esperanza. Entonces, por eso se titula los albores del romanticismo. Luego Schumann, todos sabemos que es el prototipo de artista romántico, no sólo músico, también literato. Fundó una revista, escribía mucho, y es el prototipo de ese romanticismo, un poco, donde las artes están integradas, donde su música viene a estar relacionada con la literatura, con la pintura y viene a expresar hasta lo más profundo y puro de la subjetividad del compositor, que es una cosa que en clasicismo, precisamente, se había obviado, aunque nunca es así del todo, claro. 

Usted, para el concierto de Beethoven es el solista y José Vicente Riquelme se encarga de la orquesta. En la segunda parte, con Schumann cambian, ¿es así?

Efectivamente, esto es un práctica tremendamente habitual, no sólo en los conservatorios, donde el 99 por ciento de las veces, cuando uno toca estos conciertos, el acompañamiento es otro piano, pero ya no sólo en ese ámbito. Sin dura, el piano es un instrumento que puede recrear, perfectamente, cuerdas y orquesta. Como anécdota, por ejemplo, Shostakóvich, para hacer algunos estrenos de sus sinfonías, para que le dieran el permiso para tocarlas, primero las interpretaba a dos pianos para los políticos de turno que le tenían que dar ese permiso y, luego, se hacían para orquesta. Muchas veces las reducciones para piano, de compositores rusos como  Shostakóvich, Prokófiev o  Rajmáninov, son del propio compositor, ya contaban con hacer una versión para dos pianos, que era una práctica muy habitual y lo sigue siendo hoy.

¿Por qué eligió el tercer concierto de Beethoven?

A mí me gustan todos, pero este concierto es muy curioso, escrito en do menor, como la Quinta sinfonía, o  como la Patética. Está escrita en una de las tonalidades más representativas del compositor, pero para ser honesto, es porque el 9 de noviembre lo interpreté con la Filarmónica de Rumanía, por un concurso que gané. Así que lo escogí para aprovechar la circunstancia. En cuanto al de Schumann, es un concierto de referencia, maravilloso, que mi compañero ha tocado en numerosas ocasiones y tenía ganas de rescatarlo. En ambos, la orquesta es parte fundamental del concierto, parte activa y, además Schumann y Beethoven se llevan muy bien. 

¿Con qué se siente más cómodo, con orquesta, cámara, solista?

Tengo que decir que ha ido variando y ahora disfruto todo por igual, por lo peculiar de cada situación. Tocar a piano solo siempre me ha dado mucho respeto y, por esas cosas de la vida, siempre he hecho muchísima música de cámara y he tenido oportunidad de tocar con orquesta muchas veces y han sido facetas con las que me he llevado bien y siempre me he sentido cómodo sonando mucho.  

¿Hay algún compositor que le guste especialmente?

Bueno, cómo elegir, al hacerlo siempre te dejas a otros. Por ejemplo, Beethoven es un compositor con el que me siento profundamente identificado, diría que es, sin duda, un pilar para mí. Por decir alguno del romanticismo, aunque el que más he tocado es Chopin, me siento más cerca de la música de Schumann y Brahms. Ya, en el siglo XX, hay varios que me encantan, Rajmáninov, los músicos rusos cada vez me gustan más, Prokófiev,  Skriabin, toda esa escuela.  

¿Qué planes tiene?

Un poco, disfrutar del momento, porque estuve estudiando en Ámsterdam, en Holanda, fue el último sitio en el que estuve y tenía mucha  ilusión por volver a España. Por casualidades de la vida, estoy trabajando en el Conservatorio Superior de Música de Murcia y, por el momento, mis planes pasan por vivir eso con toda intensidad, al tiempo que, como es el caso voy dando conciertos, de cámara, como solista o con orquesta, porque intento centrarme en cosas que me aporten, que me gusten. Gracias a Dios, puedo elegir y, de vez en cuando se me ocurre la idea de presentarme a algún concurso, aquí y allá.