Elvira Valero ofrece una charla didáctica sobre la Feria

Emilio Martínez
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La directora del Archivo Histórico Provincial cerró con brillantez el curso de Albacete en Madrid

Elvira Valero de la Rosa, durante su intervención. - Foto: Emilio Martínez

«Bien puede, señora, sin exageración alguna que la ventura o la ruina del pueblo de Albacete dependen en gran manera de la conservación o venta del edificio de la Feria». Una frase que ya retrataba la importancia, histórica, sí, pero sobre todo económica del certamen. Y que, en el año 1860, desde el Ayuntamiento se envió esta carta a la reina Isabel II cuando el Estado, con motivo de la llamada segunda desamortización, realizada por Pascual Madoz, pretende venderlo para recaudar fondos. Este poco conocido, pero muy llamativo, aspecto formó parte de la interesante conferencia sobre los lugares y edificios que desde sus orígenes fueron sede de la Feria que ofreció a paisanos residentes en la capital de España el pasado, sábado 24, la experta Elvira Valero de la Rosa, actual directora del Archivo Histórico Provincial de Albacete.

Con este acto se cerró de manera muy brillante el curso 2022/23 de las conferencias mensuales que organiza la Asociación Cultural de Albacete en Madrid. Así lo comentó en la presentación de la autora de la charla el directivo José Francisco López, cuando tras un breve repaso al currículum de Elvira, licenciada universitaria en Filología Hispánica, especialista en Archivística y Máster en Investigación en Humanidades, Cultura y Sociedad. Y también, además de organizadora de gran número de actividades de difusión del Archivo, autora de varios libros fruto de sus investigaciones publicados por el Instituto de Estudios Albacetenses (IEA). 

Su charla, con un lenguaje sencillo a la par que una gran carga didáctica, se prolongó durante más de una hora y fue seguida con enorme atención por los asistentes, la mayoría albaceteños pero también con presencia de otros de otras provincias de la Casa Regional, en cuya sede conjunta con el grupo de la diáspora paisana, una atención que se demostró en dos detalles. La fuerte y larga ovación que se escuchó al término de la misma, y el interesante coloquio posterior. 

Además de sus explicaciones, la directora del Archivo viajó a Madrid con varias diapositivas, gráficos, croquis y dibujos  que completaban sus palabras en las que, con un lógico amplio dominio del tema, no tuvo necesidad de consultar ningún otro papel. Porque, en la sede del Archivo ya dirigió una exposición sobre estos edificios históricos precisamente coincidiendo casi con las fechas de la Feria de 2022. Aunque, claro, con sentido del humor pidió perdón «por no haber podido traer las maquetas de aquella muestra». Y es que la idea de su conferencia en Madrid surgió cuando varios directivos y socios de la Asociación la visitaron entonces y acordaron que una charla al respecto era obligado organizarla en la capital de España.

De ahí que tras la presentación de su personaje, Elvira, antes de entrar en materia, agradeciera la invitación para «llevar más allá de las fronteras de la provincia este tema tan ligado a los albaceteños que allí residimos y con mayor razón a los que lo hacen aquí en Madrid». Después de estas palabras, comenzó la conferencia en sí destacando otro dato no demasiado conocido por los paisanos que residen en la tierra o fuera de ella,  que los presentes recibieron con sorpresa.

Que no es otro que saber que aunque el privilegio de Feria lo otorgó a Albacete en 1710 el rey Felipe V -de ahí que hace 13 años se celebraran los fastos del Tercer Centenario-, ya hay un documento de hace casi siete siglos que da cuenta, en una carta fechada el 21 de marzo de 1325, que con el fin de que Albacete se repoblase, se trasladaba la Feria a Chinchilla. «Por lo que ya entonces había Feria, no en el sentido lúcido y comercial de ahora, y se desconoce en realidad cuando empezó».

Avanzando en el tiempo, y siempre sobre documentos, se sabe que en 1444 se celebró en la calle que lleva su nombre, mientras que el ganado se llevó a lo que hoy es el Paseo de la Feria y a la derecha el barrio del Pilar, y en 1476 los Reyes Católicos autorizan un mercado. Llegan después muchos años de conflictos entre Ayuntamiento, propietario de la ermita de Los Llanos -construida en el año 1672 y donde según la tradición se había aparecido la Virgen-, a la que se había trasladado la Feria y  la Orden Descalza de San Francisco, que construye un convento y se beneficia económicamente de su celebración pretendiendo quedarse con la imagen de la Virgen, que finalmente es para la villa y su Concejo.

Hasta que el 8 de septiembre de 1710 cuando el rey le concede el Privilegio y el Consejo Real obliga a que la Feria tenga lugar en Los Llanos, pero se llega a un acuerdo para que se celebre tres días allí y otros tres en la villa de Albacete. Y ya en 1771 el Ayuntamiento encarga al arquitecto Lucas de los Corrales un edificio para la Feria, del que se dudó de su existencia pero el historiador Luis Guillermo García Saúco, sobre planos encontrados por Vicente Carrión, demostró que sí existió y allí se celebraba «la Feria vieja», cual puntualizó Elvira.

toros y ampliación. El gran cambio y el traslado definitivo a su actual ubicación llega en 1783 cuando el Ayuntamiento compra un terreno en los ejidos de Santa Catalina y sobre el proyecto del arquitecto Josef Ximénez se construye el edificio en el tiempo récord de cuatro semanas, aunque después se fue ampliando por Antonio Cuesta durante dos años. De entonces es el popular Pincho de la Feria, «en realidad un icosaedro estrellado, pero no una estrella, que no se sabe lo que representa», precisó la conferenciante.

Poco a poco, con los cambios sociales, el certamen avanza a un aspecto más lúdico y tras ser nombrado Albacete capital de la provincia en 1833 la Feria del año siguiente se amplía a ocho días. E incluso en 1829 coincidiendo con la celebración ya habían empezado a darse toros en la plaza vieja, lo que anima más ese aspecto lúdico. El edificio, con continuas reformas y mejoras, también se va ampliando con otro círculo central y con el maravilloso templete modernista de Daniel Rubio en 1912.

Y, a partir de la gran transformación merced a los arquitectos Julio Carrilero y Manuel Ortiz, se amolda a los nuevos conceptos con pabellones, artesanía local, escaparates, alimentación y la exposición de ganado en la famosa Cuerda -que desaparece en 1973- y se construye el tercer anillo. Siendo la, por ahora, última remodelación en 1974 con el proyecto de Manuel Carrilero, hijo de Julio, que construye la nueva entrada y conserva la Puerta de Hierro y el legendario Pincho. «En definitiva que la Feria y su espíritu la llevamos prendida en el alma los albaceteños», cerró Elvira recogiendo una de las ovaciones más largas e intensas que se han oído tras una conferencia.