Ramón Bello Serrano

Ramón Bello Serrano


Alquileres vitalicios

13/05/2023

Alquileres vitalicios. Yolanda Díaz pretende que la segunda vivienda la arriende usted de por vida. Con la finalidad de paliar el sacrificio -su sacrificio de pequeño rentista- es deseo de la vicepresidente fomentar los supermercados públicos. Para explicar las propuestas Yolanda desea medios de comunicación públicos (como los supermercados) para evitar que el empresario matice o desaire la dación política en beneficio de la clase débil. Y si hay tentación de parte de los rentistas y acaparadores de alimentos de acudir a la justicia habrá que reiterar lo que sigue: nada hay por encima del voto y el poder judicial es trasunto de la proporcionalidad de los partidos. Para los aficionados a la historia estas medidas o proyectos son algo extraordinario. Todo evoluciona -Toynbee ya es muy viejo; y a Spengler se le adivinan costuras impropias- y hoy es moda la fascinante lectura de Simon Sebag Montefiore: El mundo. Una historia de familias. El discurso de Yolanda Díaz es -sin duda- reconocible y muy entendible, precisamente por ser familiar. Economatos los hubo siempre (anunciaban escasez y procuraron estraperlo) y viviendas de protección oficial y alquileres sociales están en nuestro recuerdo de niños. En aquellos tiempos -familiares- los periódicos venían intervenidos para asegurar el boato al alquiler social y no desmerecer los estantes de los supermercados públicos. Yolanda está cerca de la banca más pública -quizá olvida los esfuerzos de don Manuel Azaña y su ministro don Jaime Carner- aunque yo recuerde a mi padre -más tiempos familiares- firmando acuerdos con Torcuato Fernández Miranda, presidente del Banco de Crédito Local. Alquileres de por vida, economatos, banca pública y medios de comunicación intervenidos -todo quizá por el bien de la causa-. Y en última instancia la ratificación judicial (incluido el de garantías o Constitucional) como trasunto de las mayorías de las Cortes. Yo siento una gran simpatía por la vicepresidente segunda -es como si hablase con mi hermana o una prima de la que alegra su visita- a la que le deseo suerte de veras. Nada hay más familiar que los economatos. O sí lo hay: el viejo dicho familiar de aceptarlo todo por el bien de la causa.