Resulta cuanto menos chocante que Pedro Sánchez se haya visto obligado a pactar con el Partido Popular para sacar adelante determinados proyectos, y poder apurar la última parte de la legislatura sin disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas. Esta circunstancia da idea de la escasa solidez de la mayoría parlamentaria que respalda su actual período de Gobierno. Y también refleja la escasa solidez de su mandato como inquilino de La Moncloa. Y es que cuando se gobierna con partidos tan minoritarios y tan variopintos, permanecer cada día en el sillón de la Presidencia es una auténtica aventura.
 Pedro Sánchez es capaz de dar la piel por permanecer un día más manejando el timón del poder. Los pequeños partidos que le dan la mayoría para gobernar al PSOE, sabedores de que son imprescindibles, bajan del caballito y siguen corriendo a pie para volver a la grupa cuando pasa el nublado. De ahí el empeño de doña Irene en enmendarle la plana a Sánchez en determinados asuntos de interés nacional, ya que cuando pasa al nublado todo sigue igual y así se puede continuar rindiendo culto a Santa Nómina Bendita.
Pero más curioso todavía resulta que Núñez Feijóo se preste a semejante bochinche, que sólo contribuye a alargar más la agonía de una Legislatura de lo más raro y extravagante, desde que falleció el dictador hasta ahora. Por eso, no resulta extraño que hombres como el que fuera presidente autonómico de la Comunidad de Madrid por el Partido Socialista, Joaquín Leguina, se muestre desencantado e irritado ante los tejemanejes de que es objeto la política del país desde que pisó La Moncloa el camaleónico don Pedro.
Tampoco parece muy lógico que Núñez Feijóo le sirva en bandeja a Pedro Sánchez cualquier majadería política que le permita continuar en el machito. ¡Cosas veredes, Sancho amigo!...