Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Revolución en la política vasca

28/11/2023

Arnaldo Otegi no será candidato a lehendakari, por propia decisión, por razones personales, e Iñigo Urkullu no será candidato a lehendakari porque así lo ha dispuesto el hombre que tiene todo el poder el en PNV, el presidente del partido, Andoni Ortúzar.

En dos días, el escenario vasco se ha revolucionado. El debate que protagonizaba todas las tertulias políticas, si gobernaría Urkullu o gobernaría Otegi, se centra ahora en saber a quién apoyará el PSE, los socialistas vascos, si a Imanol Pradales, el señalado por Ortúzar, o el elegido por la dirección de Bildu. Un revulsivo en toda regla, porque los vascos están habituados a saber con tiempo cuales van a ser sus carteles electorales, y generalmente se trata de políticos de larga trayectoria antes de que sus órganos de dirección les señalen con su poderoso dedo.

La urgencia con que se han producido las dos noticias confirman lo que se rumorea desde hace meses: que las elecciones vascas se van a celebrar antes de lo previsto, probablemente en el primer trimestre del 2024, cuando el calendario estaba fijado en julio, al cumplirse los cuatro años de los anteriores.

Será Urkullu el que disolverá el parlamento aunque la decisión será de Ortúzar, pero hace tiempo que desde la sede del PNV se transmite que es necesario actuar con cabeza ante un partido, Bildu, que podría incluso ganar las elecciones, o al menos eso indican la mayor parte de las encuestas, que auguran también una nueva bajada del PNV, que ya en las generales sufrió pérdida de escaños en el Congreso de los Diputados.

Bildu crece de forma significativa en los últimos años gracias entre otros a Pedro Sánchez, que ha "blanqueado" su imagen de partido vinculado al terrorismo de ETA porque el presidente de gobierno necesitaba desesperadamente su apoyo, sus votos, y no ha dudado en negociar, aceptar las exigencias de Bildu y darle aire, ante la preocupación de los peneuvistas, que perciben el desafecto creciente de sus seguidores, con un porcentaje de ellos que se inclinan por dar su voto al PSE y otros en cambio a dárselo a Bildu, que centra sus esfuerzos en para aparecer como una formación que nunca tuvo nada que ver con ETA.

Gran parte de los jóvenes vascos a los que todavía interesa la política, no tienen una imagen de Bildu como partido con origen etarra, un partido rechazable. Incluso les atrae que se presente como alternativa a un PNV al que votaban masivamente sus mayores, que acepta con dificultad los cambios sociales, muy encerrado y en sus tradiciones inamovibles, con una endogamia férrea que es muy difícil romper, porque además de dominar el gobierno ocupa la práctica totalidad de las instituciones vascas y sus incontables agencias subordinadas.

El relevo en los partidos vascos marca un cambio de imprevisibles consecuencias. El más obvio, que el PNV puede perder su poder, que parecía omnímodo. Dependerá de Sánchez, él dará el gobierno al PNV o a Bildu.