El estilo, algo innegociable

Diego Izco (SPC)
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Mientras el reglamento y el árbitro lo permitan, sellos como el de Bordalás en el Getafe darán sus resultados. El Madrid, un 'gigante' entre la angustia de las lesiones y la exuberancia de su mediocampo

El estilo, algo innegociable - Foto: Zipi

Fue el Barça el que, de forma tajante, acuñó hace un tiempo lo del «estilo innegociable», el que ideó Cruyff y sublimó Guardiola. El único válido: pegarle un patadón a la pelota conllevaba penas de cárcel de dos años y un día. Mientras el Barça dominaba y ganaba, otros técnicos buscaron antídotos. Estilos «feos» según el evangelio del tiqui-taca. Uno de ellos es el de Bordalás, hoy en el Getafe. Ni un rival sin un toquecito a destiempo, ni un adversario cómodo sobre el césped, ni un espacio libre, poco tiempo de juego, que ni la pelota ni el cronómetro fluyan. Es el arte de la interrupción y del máximo aprovechamiento de los recursos. Una idea que tiene más que ver con las emociones que con el fútbol. Damián Suárez como paradigma: pega, desquicia, habla, rasca, empuja, simula... y en sus ratos libres, además, juega a fútbol. El Barça lleva ya cuatro años a cero, intentando descifrar el misterio de Getafe. 

El físico

Lo dijo Xavi en pretemporada y lo asumió con dolor Ernesto Valverde tras el 0-2: «El Madrid es un equipo terriblemente físico». Y no es una crítica, porque el suspicaz siempre ve una línea de tensión entre lo físico y lo futbolístico: esa diferencia entre atletas y peloteros con las que se pretendían denostar los logros de equipos que no le hacían tanto caso a la pelota como a la sala de pesas. Ni Kroos, ni Modric: el mediocampo del Madrid en San Mamés lo conformaron tres de esos jugadores de fútbol moderno (Tchouaméni, Camavinga y Bellingham) que siempre tienen una zancada más que el rival para presionar, llevarse la pelota dividida o ganar el choque. La superioridad física es clave en la superioridad táctica. Y el Madrid va sobrado. 

El arranque

Las piernas están pesadas y los partidos son feos. Raros, cuanto menos. La pretemporada es el alimento de todo el curso y ahora «las bolsas están llenas». Es el mejor ejemplo gráfico posible que explica el porqué del ritmo cansino de estas primeras jornadas en las que el fútbol, como consecuencia, se atrofia.