La pereza quedó sin penalizar

Diego Izco (SPC)
-

Barça, Madrid y Atlético jugaron con el freno de mano puesto, pero ganaron por la mínima y siguen su progresión. A Sampaoli le toca rearmar moralmente a un grupo que ya está en puestos de descenso

La pereza quedó sin penalizar - Foto: AFP7 vía Europa Press

Como el jubilado que abre el ojo, piensa en qué le duele esa mañana, mira por la ventana para ver qué tiempo hace y suelta un «hoy no me apetece nada», a veces los 'grandes' juegan con fuego en LaLiga porque sienten que tienen algo más interesante que hacer entre semana o porque se aproxima una cita que de verdad consideran importante. Comparecen sobre el césped habiendo preparado el músculo, pero no la cabeza y, en ocasiones, tanta pereza se castiga con justicia. Hace una semana le pasó al Real Madrid ante Osasuna, y su 'reacción' fue tibia con un 0-1 en Getafe, pura faena de aliño, un duelo jugado por un equipo de 'funcionarios' que tenían que ganar porque nadie les dijo nada de ser brillantes. Al menos la portería, esta vez, quedó a cero. 

Fueron incluso peores los ejercicios de desidia del Atlético y del Barça, a los que no les penalizaron porque el Girona se encontró con el poste y el Celta con Ter Stegen. El 2-1 del Metropolitano destensa el nudo de la cuerda que hay alrededor del cuello de Simeone, que se juega la vida en Europa… como el cuadro azulgrana, que quiso disputar el choque del miércoles (Inter) antes de vencer al Celta de milagro.

Lo duro, piensan muchos de los conjuntos que deben estar concentrados y a tope durante 90 minutos y a veces no les llega ni por esas, es que aún con todo siguen sumando de tres en tres. La estadística no entiende de formas: solo de números. 

Un gran reto

El Sevilla le ha dado las llaves del vestuario a Jorge Sampaoli por el recuerdo y porque necesitaba abrir una ventana por la que salió volando Julen Lopetegui. En apenas dos entrenamientos y un partido (empate) ha podido constatar la realidad de una situación que, paradójicamente, es lo menos parecido a un proyecto desde que empezó a entrenar al Juan Aurich peruano hace 20 años. Es un grupo de clase media que jamás ha peleado por sacar la cabeza de un pozo y eso es muy peligroso: grandes plantillas descendieron porque no estaban preparadas para sufrir en la zona baja.