Editorial

El pacto de la amnistía se adentra en su largo y complejo camino

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Una ley que destruye los principios más básicos de igualdad jamás puede servir para sembrar concordia. Es un oxímoron de manual intentar vender como un instrumento de reconciliación la ley orgánica de amnistía que el jueves, a la segunda intentona y después de ser dictadas por el fugado Puigdemont las cláusulas que le convienen, se aprobó inicialmente en el Congreso. Además, es una mentira abyecta y reconocida como tal. Sánchez amnistía a los acusados de terrorismo y malversación por la asonada secesionista porque lo necesita para mantenerse en el poder. Es la consecuencia de las políticas de un presidente sin escrúpulos que se salta todo lo prometido a sus votantes hace menos de un año y abre una grieta de consecuencias impredecibles en la convivencia de los españoles. Lo pagará Sánchez, lo pagará el PSOE y, sobre todo, lo pagarán los españoles. 

Todo, sin olvidar, que el viernes  se conoció el informe de la Comisión de Venecia, que exige que la ley de amnistía cumpla la Constitución y se apruebe por mayoría amplia, pero es algo que dirán que se cumple sin pestañear. A los marionetistas que manejan al presidente y a sus palmeros les interesa dinamitar todo principio de entendimiento y concordia. Su ecosistema natural es una ciénaga de odios y ambiciones particulares en la que el bien común es despreciado como un valor defendido únicamente por insensatos. Ahora, la política ya no persigue defender lo de todos. Ahora consiste en hacer de la necesidad personal virtud, y eso es una consecuencia directa de la profesionalización de una política colonizada por muchas personas y personajes que no tienen oficio ni beneficio al margen de los escaños, por candidatos sin escrúpulos que se mofan de quienes les afean su bajeza.

La ley más implosiva de la democracia contemporánea debe ir ahora al Senado y será devuelta al Congreso, donde quedará ratificada justo después de unas elecciones catalanas a las que no se podrá presentar el fugado Puigdemont. Hasta que entre en vigor su amnistía a medida, lo más a lo que puede aspirar es a regresar como salió: en un maletero. Después, tendrá que pasar el filtro del Constitucional, y está por ver si un Tribunal cortado a medida del PSOE se enfanga en respaldar una ley que es un escándalo a los ojos de todas las asociaciones de jueces y fiscales de España. Aún en el supuesto de que el Constitucional mancille su nombre para siempre, la ley acabará en manos de la Justicia europea. Un camino largo y de compleja digestión.

El pacto mefistofélico de Sánchez no saldrá barato, porque los secesionistas advierten que lo siguiente es la autodeterminación. La debilidad extrema del Ejecutivo se ha visto refrendada por su cobardía al renunciar a aprobar unos Presupuestos Generales del Estado de los que Sánchez presumía mientras vaticinaba una legislatura larga. Parece que ya ni él se cree sus mentiras.