«La arquitectura nos llevó a la gente"

E.F.
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Ana Amado, una de las comisarias de la exposición 'Pueblos de colonización, miradas a un paisaje inventado' asegura que muy pronto se descubrió que detrás de estos pueblos había muchas historias que descubrir

Ana Amado. - Foto: A.A./ A.P.

La exposición del Museo ICO sobre los pueblos de colonización  esta comisariada por los arquitectos Ana Amado y Andrés Patiño. De hecho, explica Amado, fue la arquitectura la que les condujo a los pueblos de colonización, aunque muy pronto descubrieron que había muchas más historias que descubrir.

¿Por qué se interesaron por estos pueblos?

Empezamos a fijarnos en ellos hace ocho años. Nos interesaba la arquitectura fuera de foco, proyectos no muy conocidos en los que trabajaron grandes arquitectos como Alejandro de la Sota o José Luis Fernández del Amo, quien por cierto siempre dijo que, de todos sus proyectos de pueblos de colonos, su preferido era Cañada de Agra, en Hellín.

¿Visitaron todos?

Eso es imposible, son 300. Recorrimos 45 y, en 2018, el Ministerio de Agricultura nos aceptó un proyecto, el libro Habitar el Agua. Visitamos y fotografiamos   los pueblos y así  descubrimos a las personas. En todos los sitios a los que fuimos nos acogieron, nos abrieron sus casas, nos contaron sus vidas y, poco a poco, la arquitectura nos llevó a la gente, a un gran número de historias humanas que aún están por descubrir. 

¿A pesar de todo el tiempo que ha pasado?

Pues sí, porque estos se han estudiado desde el punto de vista de la arquitectura, de la agronomía, de los regadíos, pero casi nadie se había fijado en las personas. Arrastraban el sambenito de ser 'los colonos de Franco' y con eso ya parecía que estaba todo dicho, cuando la realidad era mucho más rica y compleja.

¿Qué encontraron entonces?

Nos encontramos personas de muchas procedencias distintas que, entre los años 40 y 60 del siglo pasado, se lanzaron a aprovechar una oportunidad que les daban para tener un futuro en un país muy pobre. Partían de cero, en unas condiciones muy duras porque nadie les regaló nada, tuvieron que pagar por todo y trabajar sin descanso, literalmente, sin un solo  día libre, durante años y años hasta acceder a la propiedad de sus casas y sus tierras.

Hablamos entonces de toda una aventura.

Sin duda, pero además de una aventura colectiva. Imagine u n grupo de personas que no se conocían entre  sí, de nada, que dejaban atrás sus vidas anteriores. Tuvieron que ayudarse unos a otros porque no tenían a nadie más. Por ejemplo, si alguien tenía alguna dificultad con los cultivos, los demás siempre le echaban una mano y todo esto terminó por crear un sentimiento de unidad, de comunidad, que aún dura.

¿Qué historias les han llamado más la atención?

Hay muchísimas, pero destacaría una sobre las mujeres. A la hora de otorgar las parcelas, se hacía un cálculo, una estimación de unidades de producción por unidad familiar y en este cálculo las mujeres eran las que tenían la puntuación más baja, cuando ellas tenían jornada doble, en el campo y en la casa. Ahora nos parecería increíble, pero entonces esa era la realidad.

¿Esperaban la acogida que ha tenido la exposición?

Ha tenido muy buena acogida, pero  yo me quedo con algo conmovedor. Desde el Museo nos dicen que la exposición se ha vuelto un punto de encuentro para los colonos y sus familias. Vienen de toda España a verla, a compartir sus historias y a renovar los lazos que los unen.

¿Tienen previsto que la exposición salga fuera de Madrid?

Si, ya tenemos comprometidas itinerancias. Irá a Huesca en verano y a León en otoño. Nos han llamado de Andalucía, de Extremadura, de la Comunidad Valenciana, así que, sí, recorreremos el país con ella.