Ana Graciani triunfa en Nueva York con su última obra

Emilio Martínez
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La polifacética artista albacetense prepara un documental, un cortometraje y su primera película

Ana Graciani, en el Teatro de Nueva York.

Una pica. Y no en Flandes, sino en un lugar mucho más importante. Nada menos que en Nueva York es donde la ha puesto Ana Graciani. Ahí, en la indubitable capital planetaria del arte y la cultura, se ha representado con éxito su obra teatral Mon's Playlist -algo así como Las canciones de mamá-, que es la versión en inglés de A que voy yo y lo encuentro, igualmente triunfadora el pasado trimestre en Madrid. Y fue precisamente Madrid, donde reside la polifacética paisana, el lugar en el que se le presentó la gran oportunidad de cruzar el Atlántico para que esta creación suya se viera también en el neoyorkino Thalia Spanish Threatre a lo largo del pasado mes de marzo. Y, claro, como es natural, no la desaprovechó.

Sólo se trata de una perla más en el amplio collar de loables actividades en diversos campos culturales -cine, teatro, televisión, guiones, gestión, producción y periodismo- que adornan la impresionante hoja de servicios a la cultura de la albaceteña. Con respecto a su aventura americana, que en ningún momento pensó que iba a suceder, Ana cuenta que fue el director de esta importante sala, especializada en obras bilingües que hayan destacado en los países hispanoamericanos, Ángel Gil Orriols, el que se puso en contacto con ella y le pidió el texto de A que voy yo y lo encuentro para evaluarlo.  

«Él buscaba una obra de una autora española, que se centrara en un tema femenino, para estrenarlo en la semana del Día de la Mujer, el 8 de marzo, en su teatro. Se lo envié, y muy pronto recibí la respuesta suya de que le había encantado, por lo que casi de inmediato nos pusimos en marcha». Tanto le gustó que no sólo la programó, sino que se encargó de dirigirla. De esta manera Mon's Playlist, anunciada como dramedia musical, entró dentro de la programación específica por todo el mes dedicado a la mujer como autora y protagonista y que se extendió a lo largo de casi todo marzo.

Eso sí, el reparto que se vio en Sevilla, donde la estrenó en noviembre, y posteriormente en Madrid, compuesto por Chiqui Fernández y Rosa Merás, cambió y ahora la obra la subieron a las tablas neoyorkinas dos conocidas actrices americanas, Soledad López y Kathy Tejada, que hablan español e inglés, haciendo doblete con ambos idiomas en representaciones alternas. También la parte musical de la obra, de la que se encargaron en nuestro país el guitarrista Juan Miguel Valero y la cantante Ester Fernández, la desarrolló en Nueva York el músico y compositor José María Guzmán, con una largo currículum profesional en diversos grupos pop y en solitario. Del trabajo de todos ellos confiesa Ana haber quedado «muy satisfecha».

Es normal si se tiene en cuenta que la crítica neoyorkina ha escrito que el libreto está meticulosamente hilvanado con escenas que plasman la relación madre-hija «tan poco exploradas en nuestra literatura». Y añade que «es un canto de amor y odio, admiración y rechazo, pasado y presente de la maternidad en su máxima expresión». Algo que conmueve, obliga a reír y reflexionar a los espectadores «haciendo conciencia sobre la maternidad, a la que sólo el verdadero amor guía aunque esté equivocadamente expresado».   

En definitiva, la base en la que pensó su autora en el momento de escribirla tras hurgar en su interior y querer contar lo que afirma que más conoce, le mueve y le conmueve. «Yo, probablemente, lo que más soy en la vida es madre, y también hija. Quería explorar en esa relación que es tan importante en la existencia, y que es verdad que no está lo suficientemente tratada en el teatro». 

Porque Ana estima que no sólo del amor romántico vive la mujer, y también el hombre, sino que, además, «existen otros amores, tanto o más intensos y profundos, que merecen su lugar en nuestras historias». Y remata, aplicándolo a la reciente experiencia norteamericana, que le ha resultado muy bonito comprobar que el público disfruta, que se emociona, que se ríe, en ambos idiomas, en ambos países. «Ha sido muy gratificante». 

Como se muestra convencida que ocurrirá también cuando A que voy yo y lo encuentro, en la actualidad de gira por diversas localidades españolas, se reponga en Madrid en otoño, quizás de nuevo en el Teatro Quique San Francisco o en algún otro pendiente de decidir.  

E incluso apuesta porque con esta creación se quite la espinita que tiene clavada de lo poco que se han visto sus obras en su tierra. Una cuestión que no depende de ella, sino de que la contraten -y si fuera en su adorado Teatro Circo, muchísimo, mejor, cual confiesa-, para lo que daría todas las facilidades posibles. «Me encantaría que esta función se representara en Albacete, por supuesto. Por muchas razones, pero la más importante es que mi madre, que cumple 90 años en junio y ya no puede viajar, pudiera ver la obra que he escrito sobre la relación entre madres e hijas».

ser profeta en tu tierra. Un deseo lógico este de ser profeta en la tierra que es denominador común de todos los paisanos de la diáspora. Máxime, como en su caso, pues sin sentirse embajadora de la misma porque «es mucho decir», sí que ha presumido en Nueva York, como en todas partes, de su lugar de nacimiento. «Es que aquella niña que, vestida con su uniforme del colegio de La Enseñanza lleno de lamparones, tumbada en un banco del Altozano, soñaba con ser escritora. Y tras estrenar en Nueva York, se ilusiona al máximo con poder hacerlo en Albacete».

Donde, se cumpla o no esta especie de utopía paisana alcanzable con A que voy yo y lo encuentro o alguna de sus diversas creaciones anteriores, también podría hacerse con los múltiples proyectos que tiene en la actualidad. El más inmediato, su doblete participando en dos Torneos de Dramaturgia con dos textos distintos: el de Andalucía, que se celebra en Málaga, y el nacional, en el Teatro Español de Madrid.

También muy próximo será el estreno de su «apasionante» trabajo en un documental sobre los hermanos Álvarez Quintero, que escribieron más de dos centenares de obras y fueron fundamentales en la cultura española de la segunda mitad del pasado siglo. Además de  la película que prepara y será su debut como directora de un largometraje para cine -ya dirigió un largo para televisión, medio en el que también anda escribiendo varios guiones- que se titula La Ventana Abierta. 

Un film que califica de thriller psicológico, ambientado en esa otra España despoblada, la de algunos pueblos costeros y marineros en invierno. La acción ocurre en uno de ellos que en verano bulle con el turismo y fuera de temporada parecen otros. «Allí llega el protagonista a reencontrarse con la mujer de su vida, pero no está, y es su hija quien le descubre una terrible tragedia que la mujer le ha ocultado».