La Iglesia inicia el Tiempo de la Creación

Redacción
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Los obispos instan a vivir en el convencimiento de que nuestras acciones son oportunidades de construir modos de existencia respetuosos con la preciosa obra de Dios que nos rodea

Los obispos insisten en que el cuidado de la Creación es un elemento central en la formación cristiana. - Foto: Red Natura 2000

El día 1 de septiembre se celebraba la Jornada Mundial de Oración por el cuidado de la Creación bajo el lema Que la justicia y la paz fluyan. Ese día se iniciaba el Tiempo de la Creación, que finalizará el 4 de octubre, día de San Francisco de Asís, patrón de la ecología.

Los obispos del departamento de Ecología Integral, que forma parte de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social afirman en su mensaje para este Tiempo que para lograr «que el derecho corra como el agua, y la justicia como un torrente inagotable» (Am 5, 24), se hace preciso responder a lo que San Juan Pablo II, ya en el año 2001 formulaba como conversión ecológica, que no es otra cosa que realizar «una renovación de nuestra relación con la creación, de modo que no la consideremos como un objeto del que aprovecharnos, sino por el contrario, la custodiemos como un don sagrado del Creador».

Continúan diciendo «que vivir este Tiempo de la Creación es vivir en ese convencimiento de que nuestras acciones son oportunidades de construir modos de existencia respetuosos con la preciosa obra de Dios que nos rodea y con los hermanos y hermanas que comparten con nosotros la casa común. La gozosa sobriedad a la que se nos llama no es otra cosa que saber vivir en comunión con las necesidades de los demás, convencidos de que la Tierra es suficiente para todos y en esa virtud de compartir nos felicitamos. Por eso, la conversión ecológica es un asunto de todos y cada uno de nosotros, no solo por urgencia planetaria, sino también como camino de plenitud, felicidad y sentido».

Al igual que proponen esa mirada personal hacia lo común, también los obispos son conscientes de que existen, como dice el papa Francisco, «políticas económicas que favorecen riquezas escandalosas para unos pocos y condiciones de degradación para muchos». Estas acciones producen verdaderas deudas ecológicas que deben constituir el centro del debate público y que nos urgen a modificar estructuralmente nuestros modos de funcionar como sociedad». Porque «es necesario habilitar medidas nuevas, valientes y audaces, que reorienten las decisiones y las iniciativas que nos afectan globalmente bajo el prisma de la justicia humana, la sostenibilidad global y la ecología integral».

Los prelados de esta comisión quieren transmitir «la necesidad de concienciarnos como creyentes del vínculo indisoluble entre el cuidado y la justicia, como únicos caminos de paz y, posiblemente, de felicidad. Los cristianos sabemos que el mensaje de Jesús es una Buena Noticia para todos, y que el deseo del Señor es que todas las personas tengan vida, y vida en abundancia (Juan 10,10). En el contexto y coyuntura histórica en la que hoy estamos, no nos cabe duda de que esa vida pasa por entender que detrás de gran parte del sufrimiento humano se intuye una cosmovisión utilitarista del mundo y de su riqueza. La sobreexplotación de los recursos conduce a un escenario de escasez y de pobreza, que se traduce en desastre y dolor para comunidades enteras de personas. Si la gloria de Dios es que el hombre viva (S. Ireneo), nosotros debemos favorecer el cuidado del hermano para ser cocreadores y partícipes de esa gloria divina».

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