La consecución de la Supercopa ha sido el último éxito del BSRAmiab, que cuenta con una plantilla de gran nivel cuyos componentes ofrecen ejemplos de verdadera superación. Es el caso de Vicky Pérez (Madrid, 1988), que afronta su tercera temporada en el club albaceteño y repasó para este diario un último año de ensueño en cuanto a títulos nacionales e internacionales, pero también una historia personal que responde a los valores genuinos del deporte.

Estará feliz por el último logro.
Doblemente, porque es la primera vez que se ha disputado la Supercopa y hemos hecho historia.

El año ha sido redondo para usted.
Ganamos la Liga y la Champions, y con la selección la medalla de bronce en el Europeo. Desde luego lo firmaría todos los años.

Hablando de la selección española, usted es una de las referencias del equipo.
Llevo mucho tiempo como integrante de ella y es un orgullo que mi trabajo pueda ayudar a mis compañeras. Estoy muy contenta.

El siguiente reto de España es de consideración.
Tenemos el Mundial de Dubai, que se iba a disputar en noviembre, pero se ha aplazado a junio de 2023 y ahora hay que reorganizarlo todo por el caos que conlleva.

¿Le hace ilusión esa cita?
Mucho, porque sería mi segundo Mundial. En el anterior fue la primera vez que España se clasificaba para esa competición y finalmente quedamos séptimas. Después logramos ese bronce en el Europeo con selecciones importantes como Inglaterra o Alemania, y nos dimos cuenta de que el trabajo estaba funcionando. En esta ocasión intentaremos mejorar ese séptimo puesto.

Desde luego no va a dar abasto. La Liga comienza de forma inminente y hay muchas expectativas deositadas en su equipo después del éxito de la campaña anterior.
Es muy difícil llegar, pero es más complicado mantenerse porque es un reto que jornada tras jornada haya un equipo que intente arrebatártelo todo. Es ilusionante, trabajamos para ello y el primer examen lo hemos superado.

¿Cómo fue capaz de levantarse después de aquel problema de salud que le impidió practicar el baloncesto?
Me lesioné con 16 años y cogí una bacteria en el quirófano, pero quería volver a jugar al baloncesto que era lo que me gustaba. Cuando ya me dijeron que no iba a poder jugar, el amor por este deporte me hizo verlo de otra forma incluso como entrenadora, pero lo que me gusta es estar dentro de la cancha. Tenía que existir algo para mí, apareció el baloncesto en silla de ruedas, empecé a entrenar y he conseguido todo a lo que aspiraba. Muchas veces nos quedamos en el no porque solo conocemos una forma de hacer las cosas y no las vemos posibles, pero existen caminos alternativos y puedo servir de ejemplo.

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