Editorial

La generación de basura como indicador del consumo

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La capital albacetense cerró el año 2022 con la recogida de poco más de 53 millones de kilos de basura, frente a los 54,8 de 2021, dentro de una tendencia a la baja en los dos últimos años, que coinciden con un paralelo incremento de precios, por lo que la generación de residuos sólidos en los hogares también es un claro reflejo del consumo, aunque no hay que olvidar la variable del reciclaje.

El último dato del Índice de Precios de Consumo corresponde al primer mes del año y, por lo que respecta a la provincia de Albacete, el descenso mensual de seis décimas dejó el aumento anual del IPC en el 6,6%, y uno de los grupos de productos con mayor interés para la población, el de alimentos, también bajo esas seis décimas gracias a la reducción del IVA fijada por el Gobierno central para algunos productos básicos, pero todavía dejó el dato negativo de que la alimentación era un 15,8% más cara en Albacete que hace 12 meses, frente al 15,4% nacional. No invita al optimismo que el indicador adelantado del IPC, a nivel nacional, sitúa su variación anual en el 6,1%, con alimentos y bebidas no alcohólicas aumentando más que en febrero de 2022.

Este notable incremento de los precios experimentado a nivel general durante el año pasado, con una incidencia particular en la alimentación, tiene su influencia directa en el consumo de unos ciudadanos que vieron cómo durante el 2022 sus salarios no tuvieron incrementados tan importantes, por lo que su poder adquisitivo descendió y el consumo también fue menor, algo que quedó reflejado en que durante el año pasado la caída en la generación de los desechos convencionales, es decir, la basura que se deposita en el contenedor gris, fue una constante y se calcula que cada albacetense depositó en torno a menos de 300 kilos de residuos sólidos urbanos en todo 2022, que también se traduce en menos de un kilo al día.

En este descenso de la generación de basura en la capital durante el pasado año también hay que tener en cuenta el componente positivo, que no es otro que los ciudadanos optimizan más la compra de los productos y se desperdicia menos, al tiempo que cada vez están más concienciados a la hora de hacer una selección de los residuos para depositar cada uno en el contenedor que corresponde, donde el marrón, el de materia orgánica, gana en aceptación desde que el Consistorio capitalino comenzó su implantación en varias zonas de la ciudad en agosto de 2020. Por tanto, es obvio que la caída del consumo por el aumento de los precios reduce la generación de basura en la capital en los últimos años, pero también hay que destacar que no es el único factor influyente, sino que la menor generación de residuos sólidos también está motiva por una mayor concienciación de los ciudadanos.