Se ha estrenado en Netflix una serie documental en torno a la figura del psiquiatra norteamericano Phil Stutz, al que se conoce como «el terapeuta de las estrellas». El éxito de Stutz revalida el tópico de que los ricos también lloran y andan, además, justitos de salud mental, quizás porque el miedo a perder sus millones y sus Lamborghinis les provoca una ansiedad que acaba degenerando en neurosis. Otra explicación es que la riqueza trae aparejadas largas horas de ocio. Por ello, mientras la sirvienta pasa el plumero por la porcelana china y el mayordomo le prepara el martini, el rico, tumbado junto a su piscina, tiene tiempo para preocuparse de problemas que jamás inquietarían a un vulgar ganapán. El productor y coprotagonista de la serie es el actor Jonah Hill, quien interpretaba a aquel personaje que se colocaba a lo bestia junto a DiCaprio en El lobo de Wall Street. A pesar de sus graves problemas de salud mental, la terapia a la que lo sometió el doctor Stutz hizo de él un hombre nuevo, y por ello ha querido realizar este documental como homenaje a su terapeuta y mentor. Pero también como un modo de que quienes no podemos viajar a Los Ángeles y desembolsar miles de dólares seamos conscientes de lo que nos estamos perdiendo. Con independencia de la fe que uno deposite en la psicología, de lo que no cabe duda es de que el doctor Stutz es un hombre carismático. Además de ilustrar sus métodos, el documental nos muestra a su persona, frágil y deteriorada por el párkinson, pero con una fuerza interior que traspasa la pantalla. Personalmente, no me importaría hacer terapia con un psicólogo así. Algunos he conocido que me han ayudado en mis momentos más oscuros. Otros, no tanto. Lo que no falla es el subidón de optimismo que experimento cuando decido prescindir del psicólogo y calculo el montón de pasta que voy a ahorrarme.