100 recetas de cine

Belén Ortiz (EFE)
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El universo de 'El Padrino', 'Breaking bad' o 'Stranger things' se cuela en un libro que recrea la gastronomía de la pequeña y la gran pantalla

100 recetas de cine

De los míticos espaguetis con albóndigas y salchichas de El Padrino a la obsesión de una de las protagonistas de Stranger things por los gofres, de las caóticas tostadas francesas que un joven Dustin Hoffman prepara a su hijo en Kramer contra kramer al bacalao al pil pil de Pepi, Luci y Bom en la película homónima de Pedro Almodóvar o los famosos huevos con bacon de Breaking bad... Son iconos gastronómicos del cine y la televisión que un libro rescata a través de un centenar de recetas que exploran los paisajes culinarios de la ficción audiovisual.

Se trata de Cocinando con palomitas: 100 recetas icónicas del cine y la televisión (editorial Ondas del Espacio), con el que sus autores, Julio Le Marchand y María Victoria Hernández, dos apasionados del séptimo arte y la gastronomía, pretenden transportar al lector al universo de sus historias favoritas.

Apoyado en las ilustraciones de Melissa Siles, el libro repasa emblemáticos platos de la pequeña y la gran pantalla de todos los géneros (clásicos, cintas de culto, modernas, antiguas o animadas) en forma de guía gastronómica y cinematográfica que permite «aprender en sencillos pasos a preparar un dorayaki o las rosquillas de los Simpson, desayunar como Walter White o como lo hacen en Downton Abbey o degustar platos de importación desde México hasta Corea», explica Le Marchand.

La cocina tradicional española también aparece de la mano de Almodóvar con el peculiar gazpacho que Carmen Maura aliña con tranquilizantes en la escena más emblemática de Mujeres al borde de un ataque de nervios o el bacalao al pil pil que Pepi (Maura) prepara a Bom (Alaska) mientras charlan de amor y sexo en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón.

Los mitos de la gastronomía británica, los pantagruélicos desayunos norteamericanos, tan presentes en el cine, la tradicional cocina francesa, las especialidades italianas y algún que otro plato griego y norteafricano conforman este compendio de cine y gastronomía que no pasa por alto algunas de las aportaciones de los guionistas cuando se basan en libros, como la sustitución de la sopa de guisantes de Roal Dahl por una de berros en La maldición de las brujas.

«Y a veces, como en el caso del teléfono escacharrado, la confusión es generalizada y todo el mundo acaba creyendo haber visto a Audrey Hepburn desayunar un cruasán en vez de un lazo de hojaldre, o que fue Sally y no Harry quien pidió el famoso sándwich de pastrami», aquel con el que Meg Ryan fingió un orgasmo y que a día de hoy continúa en la carta del delicatessen neoyorquino donde se rodó dicha escena.

También están presentes, a través por ejemplo de los Tomates verdes fritos que Idgie y Ruth inventaron en la cocina del Whistle Stop Cafe de la Alabama de los años 20, las opciones vegetarianas. Una forma de no pasar hambre, «como Ian en Mi gran boda griega cuando su familia política le ofrece prepararle cordero tras enterarse de que no come carne».

Y otro clásico para quitar el hambre: «el sándwich de la polémica» de la mítica serie Friends, también conocido en medio Nueva York, relata el libro, como «¡Mi bocadillo!» debido a los gritos enfurecidos de Ross tras percatarse de que su jefe le había robado el almuerzo.

Sitio para el postre

Pero para plato cinéfilo recurrente, los postres y tartas, como las que conservan en la memoria audiovisual los seguidores de Twin peaks, la reconocida ficción en la que el agente Cooper investigaba la misteriosa muerte de Laura Palmer mientras degustaba el pastel de cerezas que servían en una cafetería de la pequeña localidad.

O la tarta de manzana -un auténtico símbolo de la cultura norteamericana- de la indecorosa escena de American Pie, y los gofres que devora Once, la joven protagonista con habilidades psíquicas de la exitosa Stranger things.

Recetas a las que también se suman bebidas, combinados y cócteles como el Cosmopolitan que marcó a la generación de Sexo en Nueva York y a otras cinéfilas comidas como la calórica hamburguesa Big Kahuna de Pulp Fiction, que en realidad fue una invención del propio Quentin Tarantino.

Y ya en el campo de la animación, las rosquillas fetiche de Homer Simpson y los dorayakis, el dulce japonés conocido en todo el mundo gracias a Doraemon, también tienen su cabida en este recetario audiovisual.