El sol fue el protagonista del Día del Libro en Albacete. Un sol que picaba en la espalda, que incitaba a echarse a las calles, a patear pavimento, a conversar y encontrarse mientras se rebusca la novedad anhelada o la ocasión de hacerse con un volumen de lance a un módico precio.

Tras la llamada del astro rey, los albaceteños fueron y vinieron desde la Plaza de la Constitución a la del Altozano, a cada vaivén con un libro más en cada brazo, de todos los géneros y para todas las edades: infantil, aventuras, fantasía, ciencia ficción, clásicos o novísimos, narración o poesía.

Además, hasta las nueve de la noche, las diferentes carpas y pabellones ofrecieron a los peripatéticos lectores numerosas ocasiones de disfrutar de los diferentes juegos que el lenguaje ofrece desde el primer día en que un humano le quiso contar una historia a otro.

Hubo un maratón de narración que revivió el arte de contar cuentos, historias y sucedidos; talleres de manga, firmas de autores, arte en la calle, una ghymkhana fotográfica y, como broche final, un concierto con mucho swing.

Pero el acto central fue la lectura del manifiesto, que este año corrió a cargo del poeta y escritor almanseño Óscar Martínez. Sirvió para lanzar un desafío a otros los presentes y para recordar la figura de su hermano fallecido y a quien él mismo inició en la lectura.

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